Aquí os traigo el cuarto capítulo de la obra La condena de la realidad. Te recuerdo que antes de leer esta parte debes leer El poder de la hermandad, La carta y La cruel realidad y la decisión. Espero que te guste esta novela de ciencia ficción y te invito a hacerme comentarios.
Sin duda elegí la opción correcta. Cumplir mi promesa no será nada fácil ya que mató a mi padre y a mi hermano. Aún no se por qué Carlos me ha motivado para la venganza, aunque ahora que he tomado mi decisión no merece la pena pensar en ello. Los doctores se dirigen a mi habitación, junto a Carlos, me hacen unas pruebas e informan a Carlos.
Doctores: Bien, el joven está totalmente bien. Por lo que me imagino, habrá pasado por un shock. Mañana a primera hora podrá salir de aquí para hacer una vida normal y corriente.
Cuando se van los doctores, Carlos se queda conmigo y me pregunta:
Carlos: Bien, ¿Has tomado la decisión?
Víctor: Sí, tomaré venganza. Lo que pasa es que no sé por donde empezar. Vasiliy tiene que ser un tipo muy fuerte, así que practicaré lucha y el manejo de las armas.
Carlos: Me parece bien que entrenes, porque tienes razón: Vasiliy es un tipo duro. Pero ¿por dónde vas a empezar?
Víctor: Yo ya había empezado a los 18 años. Al cumplir 17 llegó una carta dándonos el pésame por la muerte de mi padre a manos de Vasiliy. Yo lo leí, pero no quise decirle nada a mi hermano hasta que el cumplió 16. Cuando cumplí 18 me apunté a clases de artes marciales y a manejo de armas. Sabía que mi hermano quería vengarse cuando llegara el momento y aunque no quisiera a mi padre por caer en el alcohol y abandonarnos en la guerra, apoyaría a mi hermano aunque me costara la vida. Cuando él cumplió 18, se apuntó a artes marciales y también a como luchar con espadas y se convirtió en todo un experto. Mejorábamos en todo momento nuestras habilidades y perdimos el miedo y la inocencia. Antes, las clases de manejo de armas estaba prohibido, pero como la guerra la estábamos perdiendo, estuvo a punto de ser obligatorio para hombres y mujeres al cumplir 18. Las clases eran demasiado complicadas porque iban demasiado rápido y no podíamos aprender todo lo necesario, así que ahora buscaré a un maestro de artes marciales y manejo de armas para enfrentarme a Vasiliy cara a cara.
Carlos: Vente a mi casa a vivir si quieres, tengo una habitación de sobra. Además, me gustaría poder ayudarte.
¿Que podía decir yo además de «sí»? Al día siguiente, como me dijeron, salí y volví a respirar aire puro, a contemplar una naturaleza tranquila y hermosa y gozar de ella. No pude hacerlo en toda mi vida. Carlos me llevó a su casa en coche. Era muy bonita la verdad. Cuando Carlos se fue a trabajar, yo me puse a buscar algún maestro que me enseñara. Buscaba en todas partes pero no encontré nada y se estaba haciendo de noche. Fui a donde me apunté anteriormente pero me dijeron:
???: Ya no es necesario hacer esto chico, la guerra ha terminado desde hace unos meses, así que hemos quitado ya las clases de manejo de armas, pero si quieres puedes apuntarte a artes marciales.
Víctor: ¿Qué broma es esta? Vasiliy volverá a atacarnos si bajamos la guardia.
Aquellos hombres con los que yo hablaba eran soldados del ejercito español. Se empezaron a reír y me dijo uno:
Soldado: ¿Eres idiota o qué? Vasiliy ha firmado un tratado de paz y retiró a sus tropas. Aun así, tú eres demasiado débil y no podrías hacer nada contra Vasiliy. Haber capullo no eres nada comparado con nosotros.
Víctor: Ahora vamos a verlo.
Con una gran rapidez golpeé a un soldado justo en la «vena mortal» dejándolo inconsciente al instante. Otros 3 soldados se dirigen hacia mí, me costó un poco acabar con ellos, pero los reduje a todos. Otra persona que al parecer era un coronel dijo:
Ramírez: Como era de esperarse del hijo de Alejandro. Me presento, mi nombre es Juan José Ramirez y he ocupado el cargo de coronel dese que murió tu padre. ¿Cual es tu objetivo?
Víctor: Matar a Vasiliy por matar a mi hermano.
Ramírez: ¿Entiendes que te vas a jugar la vida si lo intentas? Además que Vasiliy hubiera matado sin ningún esfuerzo a mis muchachos en solo 2 segundos. Yo puedo ayudarte, dado que eres el hijo de mi antiguo jefe. Pero a cambio quiero dos cosas.
Víctor: ¿Cuales?
Ramírez: La primera que no tengas miedo a la muerte y la segunda que me ayudes a matar a alguien. ¿Conoces a al coronel García?
Empiezo a recordar. El coronel García es un hombre que trabajaba también para las órdenes de mi padre. Pero que al ascender a coronel abusaba de su poder sólo por el gusto de hacerlo. Eso incluía quemar vivos a los solados y violaba a las solados, sin duda macabro. Le respondí.
Víctor: si ¿Qué ocurre con él?
Ramírez: Un día vino cabreado y la pagó conmigo de la siguiente manera: Me golpeó con una botella de cristal y me dejó inconsciente. Al despertar, mis amigos estaban atados y cuando llegó él, arrancó a todos las piernas de cuajo y comenzó a destriparlos lentamente hasta matarlos. No se me olvidará eso jamás. Le hecharon del ejercito y ahora se encuentra en paradero desconocido, pero yo logré localizarle: Ahora mismo se encuentra en Ucrania.
Victor: ¿En Ucrania?
Ramírez: Sí, así que podríamos ejecutar tu venganza también. ¿Aceptas?
Víctor: Por supuesto. Haré hasta lo imposible para vengarme.
Carlos: ¿Entonces yo también puedo ayudarle señor coronel?
Carlos apareció en sorpresa mía, mas Ramirez no estaba muy sorprendido. Ramirez sin dudarlo aceptó la ayuda de Carlos, parece que se conocen.
La venganza comienza desde ya. Hemos entrado al cuartel para que el coronel nos haga sudar la gota gorda. Tan duro como esperaba.
Para piernas, corríamos 20 km diarios, y a veces sumaba alguno más, practicábamos todo tipo de llaves donde hacían falta las piernas, todos los tipos de patadas que existían y nos enfrentábamos Carlos y yo. Yo siempre le ganaba.
Para practicar los golpes y las formas de esquivar para cada ataque, nos ponía sacos de boxeo llenos de piedras para atacar y para defendernos y esquivar. Él se enfrentaba a mi y a Carlos. Era un entrenamiento mucho más duro que el de un soldado ordinario. Aunque no me importaba. ¡TODO POR MI HERMANO!
Para las armas nos llevaba a unas máquinas de entrenamiento, donde simulaban un campo de guerra y debíamos enfrentarnos a los demás soldados. Perdíamos por falta numérica, estratégica y sobre todo, por falta de habilidades. Cuando logramos ganar una vez, comenzamos a aprender de manera bastante rápida, a controlar a la perfección todas las habilidades aprendidas para librar un combate épico contra el coronel 2vs1. Perdimos pero nos quedamos conformes. Todo eso lo hicimos en 4 años.
En nuestro momento de descanso, Ramírez nos dice que iremos a enfrentarnos a Vasiliy los tres. Yo me pongo muy emocionado al escuchar eso y aprovecho para escribir una carta a Vasiliy. El me dió una dirección para enviar la carta aceptando una batalla. Le escribí lo siguiente:
«Vasiliy, soy Victor: He estado esperando esto 4 años. Iré con dos personas más, pero no te preocupes, la pelea será entre tu y yo, libraremos en tu base la pelea final, donde se decidirá nuestros destinos definitivamente. ESTO ES LA GUERRA VASILIY»
Continuará…