La espesa niebla que trae la noche se filtra por los rincones de las almas en pena, que vagan por ella. El sol radiante de la mañana ya no puede mitigar la influencia que sus mortíferas toxinas provocan sobre nuestras mentes. El desastre se avecina con una diabólica velocidad y una doble vertiente de sufrimiento: imágenes proyectadas sobre nuestros infectados cerebros provocan un espanto emocional al descubrir el final de nuestras existencias y un destino que pronto sucumbirá ante el presagio. La muerte alcanzará cada uno de nosotros, primero en visiones horribles proféticas y después en su mortal desenlace. Da igual que nuestros ojos exploren el futuro en busca de salvación: no la hay. Esta plaga es una maldición de los dioses, la ruina de todos los pueblos libres y sólo un aviso para aquellos privilegiados que nos observan sin mezclar sus vidas con las nuestras.
Cada pensamiento, cada recuerdo, cada duda, se entremezclan dentro de mí, en lo más profundo de mi ser, donde duerme la sabiduría, donde radica la locura. Las puertas de la mente se abren, exponen ante mí secretos del pasado y del futuro, muestran caminos inexpugnables, rescatan todos los significados de los sueños. ¡Hasta los ancestros me hablan! La luz se muestra ante mí poderosa y clara, y me advierte: ahora soy vulnerable. Mi libertad es mi condena. Podría dejar el cuerpo, abandonar el pueblo y volar, por encima del Bosque Central, a las Tierras Negras, a Maguiltor… a donde quiera. Podría descubrir los planes mas oscuros que se traman a la sombra, simplemente con desear saberlo, simplemente dejando de aguantar las ganas de no querer saberlo. Pues en los límites del fallecimiento me hallo. Un vistazo mas a donde mis ojos no alcanzan a ver, y me veré derrotado por el virus, ese extraño encapuchado que nos ha facilitado las llaves. Ahora, la puerta está abierta, el peligro acecha y la curiosidad nos invade. Al igual que yo, muchos me acompañan en este extraño viaje, tanto espantoso como maravilloso. Todos conectados de alguna manera por nuestras mentes liberadas. Estamos a un paso de descubrir la verdad y de encontrarnos con la muerte. ¡Que Darío nos asista!
Sigo pendiente, confieso que me he perdido un poco, pero me pondré al día.
Hasta pronto.
Si no te aclaras con algo pregúntamelo en un emai y te lo digo. De todas formas espero que estéis siguiendo el orden de las crónicas ya que esta es la 32 y tiene antes una introducción y prólogo (la crónica 0).