Se trata de la segunda parte de Una gran noche, que a su vez es la segunda parte de Más allá de la amistad. Una novela corta que trata sobre amistad y amor. Te invito a leer cada capítulo y opinar abajo en los comentarios.
Mónica
Vi como se preparaba para volver a golpearme, pero esta vez, no me achanté y detuve el golpe con muchísima facilidad. Hablaba totalmente en serio, y aquel chico se acababa de dar cuenta, pues podía ver en él una cara de sorpresa mezclada con el miedo que le produje en ese momento.
- ¡¿Cómo te atreves a detener el golpe niña rara?! ¡Yo misma me encargaré de que recibas tu merecido castigo!.
Dijo la chica mientras se dirigía a una gran velocidad hacia mi. No obstante, antes de que pudiera hacerme algo, Orión la detuvo y fue capaz de dejarla inconsciente con solo un potente gancho.
- Nunca debisteis haber empezado con esto, ahora vais a recibir lo que os merecéis -decía Orión mientras se metía las manos en los bolsillos y se alejaba.
El otro chico salió también a la carga, pero en esta ocasión, se dirigía a Orión. Era el turno de Estrella: se metió en su camino para defender a Orión.
- ¡Ni se te ocurra hacerle nada! -dijo Estrella muy furiosa.
- ¿Acaso eres tonta? ¿Vas a protegerle después de que haya golpeado a una mujer? ¡Niña rara, tu estúpido amigo necesita aprender lecciones a las malas! -le dijo el segundo chico a Estrella.
- En primer lugar, ella misma se lo ha buscado. Maltrataba a Orión sin ningún motivo pensando que él jamás haría nada al respecto, pero ¡Sorpresa! Esa asquerosa mujer tiene lo que se merece. Y en segundo lugar. ¡¿Cómo puedes tener semejante valor para intentar darme lecciones sobre la violencia de género cuando vosotros la practicabais con nosotros?! Nos habéis hecho sufrir mucho y ahora os lo haremos pagar con la misma moneda -dijo Estrella.
Aquel chico no articuló ninguna palabra, solo se lanzó hacia Estrella con el intento de darle una patada en el estómago, pero no contó con la rapidez y habilidad de Estrella: de un momento a otro, mientras que la pierna de ese chico permanecía en el aire para dar una patada, Estrella la agarró y tiró al suelo al muchacho sin ningún esfuerzo y con mucha rapidez. Yo aún tenía al otro chico sujeto de su muñeca para que no escapara (estaba paralizado del miedo, así que no me costaba trabajo alguno) observando muy orgullosa a Estrella, mientras que ella se encontraba quieta, de brazos cruzados y observando con una sonrisa burlona al otro chico, a la vez que le decía:
- ¿Qué ocurre? ¿Acaso no me ibas a golpear? Ven a por mi e intenta seguir el ritmo, lentorro.
- ¡¿Lentorro dices?! ¡Niña rara, no seas engreída solo porque me hayas tirado al suelo. Te aseguro que no vais a salir vivos ninguno de los tres!
Dicho esto, había sacado un pequeño cuchillo para atacar a Estrella, pero ella esquivaba las puñaladas con mucha facilidad, burlándose de vez en cuando de él haciéndose una coleta en el pelo o cosas similares.
- Bueno, ya me estoy empezando a aburrir de esto, será mejor acabar contigo cuanto antes -dijo Estrella mientras le asestaba una patada en el estómago -esta era la patada que tu me intentaste dar antes. Recibe mi ira, ¡Maldito!
Sólo con esa patada, cayó inconsciente y Estrella también retrocedió. Yo era la única que quedaba, y era un momento crucial que tenía que aprovechar por obligación. Aquel chico se encontraba aún paralizado, por lo que saqué una oportunidad para agarrarlo por detrás y estrangularlo lentamente.
- ¿Ahora si me crees verdad? tomaremos medidas en el caso de que volváis a molestarnos- le susurraba al chico. Que curioso, esta situación me ha recordado mucho a una partida de ajedrez: Eramos blancas contra negras, como vosotros erais blancas, empezasteis a mover primero. Avanzabais con el objetivo de ganar la partida, pensando que nosotros éramos unos simples novatos. Había un momento en el que teníais una gran ventaja, por lo que empezasteis a confiaros mucho. No obstante, habíamos convertido a los peones en reinas gracias a vuestros descuidos. Gracias a esa gran jugada, pudimos eliminar todas las piezas sin ningún esfuerzo y solo nos queda por eliminar al rey. Teníais grandes posibilidades de ganar esta partida, mas las desaprovechasteis todas. Y ahora ¡JAQUE MATE, REY!
Dicho esto, terminé con la estrangulación, dejando inconsciente al último de los tres miserables. En el momento en el que se desmayó, volví con Orión, Estrella e Isidoro, y bueno, Isidoro se encontraba boquiabierto por todo lo que había visto a lo lejos. Cuando había vuelto del estado de impresión en el que estaba, comenzó a aplaudirnos a los tres. La verdad es que fue algo un poco vergonzoso, pero aún así, comenzamos a reírnos mientras él aplaudía.
- ¡Ha sido impresionante. No me esperaba que fuerais tan fuertes!- nos dijo Isidoro asombrado.
- Bueno, no exageres -dijo Orión sonrojado- sólo hemos seguido tu consejo. Al fin y al cabo después de esto, definitivamente nos dejarán en paz.
- ¡Claro que si! Ahora podremos continuar saliendo juntos sin que nos moleste nadie, y en el caso de que lo hagan, ya sabemos que hacer -exclamé con alegría. Y bien, ahora que hemos zanjado este asunto, ¿qué os apetece hacer?
- Orión y yo volveremos a la discoteca. Son las 3 de la madrugada, necesitamos aprovechar el tiempo.
Isidoro
Yo también me sentía muy bien, había contemplado con mis propios ojos como mis amigos únicos habían logrado quitarse un gran peso de encima después de haber plantado cara a sus abusones, y esa situación me hacía muy dichoso. Acordamos que Orión y Estrella volverían a aquella discoteca que tanto les agradaba. Estrella fue la primera en marcharse y antes de que Orión también se marchara, se acercó a mi y me susurró lo siguiente:
- Buena suerte con Mónica amigo.
Cuando me dijo eso, él también se fue, dejándome solo con Mónica una vez más.
- ¿Qué te gustaría hacer Isidoro? – me preguntó.
- Quiero volver al paseo contigo, a contemplar la hermosura de la noche tal y como nos gusta a nosotros. Sin embargo, yo también tengo un asunto que zanjar con esos canallas, y me gustaría que no intervinieras y que vayas hacia el paseo marítimo.
- Ten cuidado por favor- me dijo agarrándome muy fuerte de la mano.
- Descuida, no me pasará nada, te lo prometo. Sólo márchate, ahora voy yo.
Después de que Mónica se fuera, me acerqué a esos tres imbéciles, los cuales ya habían despertado. Yo solo los miraba con desprecio mientras ellos aún se encontraban en el suelo.
- Isidoro, eres un maldito desagradecido. Todavía sigo sin creerme que formes parte de esos malditos raros -dijo uno de los chicos.
- Es cierto, siempre había pensado que te disculparías por haberles protegido aquella vez. ¿Qué demonios tienen esos niños raros de especial?- Me preguntó la chica enfadada.
- ¿Disculparme yo? ¿Por haber protegido a tres personas que me hicieron ver el significado de amar a tus seres queridos? ¡No me hagáis reír! No volvería a ser amigo vuestro ni aunque estuviera solo en este mundo. Gracias a ellos, he visto una gran luz que eliminó toda la oscuridad que habitaba en mi, gracias a ellos, he pasado los mejores cinco meses de mi vida, rodeado de un gran ambiente y risas, y sobre todo, gracias a ellos he descubierto que hay una persona a la que amo. No obstante, ¿Qué es lo que he visto en vosotros? Sólo he visto a tres personas despreciables que necesitan maltratar a otros que consideran inferiores solo para sentirse más superiores. Os considero tan patéticos que ni siquiera me he tomado la molestia de aprenderme vuestros nombres ni me interesa saberlos. Sólo os pido un favor: ¡Alejaos de mis seres queridos y sobre todo, alejaos de mí, o el próximo que use la violencia contra vosotros seré yo!
Después de decir todo lo que sentía, me fui sin molestarme en volver a mirarles la cara de nuevo, ya que no merecían la pena. Igualmente, con todo lo que dije me encontraba realmente satisfecho.
Mónica
Me sentí preocupada por Isidoro cuando el no estaba conmigo. Temía que esos tres miserables le estuvieran golpeando ahora mismo. He de reconocer que puedo ser un poco exagerada, pero no podía evitar preocuparme por él. Al verlo caminando hacia mi con una sonrisa en su rostro hizo que toda esa preocupación desapareciese. Yo también sonreí, pues me alegraba mucho de que no le haya pasado nada.
- Estaba muy preocupada por ti Isidoro -dije un poco nerviosa.
- Te prometí que estaría bien, y por lo que ves, lo estoy. Lo único que quería hacer era decir todas aquellas cosas que no tuve valor de decir en el pasado. Ahora mismo me encuentro libre y tranquilo al igual que vosotros. Y ahora lo que me apetece hacer es disfrutar.
- ¡Estoy de acuerdo contigo! -le dije sonriendo.
Aquellos momentos sin duda eran únicos para mi. Nunca había tenido a alguien con quien compartir un gusto tal y como mirar las estrellas, ya que a Orión y a Estrella no les atraía tanto como a mi. Isidoro era un amigo muy especial, alguien con quien podría contar siempre en el inusual caso de que mis amigos de la infancia faltasen. Además, fue él quien nos armó de valor para enfrentarnos a nuestros matones. En ese momento le notaba bastante nervioso y no sabía el por qué.
- Oye, ¿Estás bien? Te veo un poco nervioso- le dije a Isidoro.
- Estoy bien, solo es que me gustaría decirte algo muy importante.
- ¡Claro!
- Verás Mónica. Desde que estoy con vosotros, tu siempre me has tratado amablemente y has comprendido en todo momento mis sentimientos, además de que compartes muchos de mis gustos. Por eso y por muchos más motivos, ¡me he enamorado de ti!
En aquel momento me había quedado en shock. No podía creer que alguien llegase a amarme. A pesar de la impresión que sentía en ese momento, hice todo lo posible para responder.
- Lo siento, no te creo. Si es verdad lo que dices, de… de… demuéstramelo.
Y justo en ese momento, Isidoro, seguro de si mismo en todo momento, se acercó poco a poco a mis labios para besarlos dulcemente. En ese momento, no estaba muy segura que todo eso estuviera pasando. Siempre pensé que nadie se enamoraría de mi, ya que me despreciaban por mis kilos de más.
- ¿Acaso esto es… un sueño? Pregunté desconcertada.
- Por supuesto que no, y te lo demostraré.
Entonces, me agarró de la mano con mucha gentileza, mientras que con la otra, me agarraba de la cintura, luego volvió a acercarse a mi para volver a besarme con la misma dulzura que antes. Yo simplemente cerré mis ojos y me dejé llevar. Y efectivamente, ¡Me besó! Mi corazón latía con una gran rapidez mientras sucedía ese momento celestial que no quería que terminase. Entonces, dejó de besarme para hacerme finalmente la gran pregunta.
- Bien, con esto ya te he demostrado que mis sentimientos por ti son verdaderos, y por lo que veo, tu también sientes lo mismo por mí, así que lo diré otra vez sin rodeos. Mónica, me gustas mucho, por eso te pregunto ¿te gustaría salir conmigo?
- ¡Claro que sí! Tu amor por mi ha eliminado mi inseguridad por mi cuerpo definitivamente, y eso es algo que me llena de gozo.
A partir de ese momento, Isidoro y yo comenzamos a salir juntos como pareja, y una de las primeras cosas que hicimos fue contárselo a Estrella y a Orión, los cuales estuvieron encantados, es más, me atrevería a decir que si Isidoro y yo estamos juntos es gracias a ellos.
Pasaron 5 meses desde entonces. Los cuatro nos sentíamos muy bien, ya nos habíamos olvidado de nuestros problemas del pasado y nuestra amistad se había vuelto aún mas fuerte. Para poder disfrutar de mi relación con Isidoro, llegamos al acuerdo de que nos trataríamos como simples amigos todos los días a excepción del domingo. Por decirlo así, ese era nuestro día especial, el día en el que quedaríamos nosotros solos y en el que nos trataríamos como novios que somos. Todos esos domingos íbamos al cine, comíamos fuera, nos quedábamos a dormir juntos, entre otras cosas, en fin, las cosas que una pareja suele hacer. Pero ninguno de aquellos domingos fue tan especial como el primer domingo de mayo. Eran las 10 de la noche, acabábamos irnos del cine tras ver «Ahora me ves 2», una película maravillosa, y antes de ir a casa de Isidoro, decidimos quedarnos en un pequeño parque que se encontraba bastante cerca del cine. Allí, me entretuve montándome en un enorme columpio como si fuera una niña pequeña, hasta que Isidoro me llamó:
- Mónica, ven y siéntate por favor. Quiero hablar contigo sobre algo en lo que he estado pensando.
- Cada vez que quieres hablar conmigo, terminas por alegrarme el día, Isidoro -le dije mientras dibujaba una sonrisa en mi rostro.
- Yo creo que esta vez será un poco distinto. Mira, a pesar de que han pasado 5 meses, me sigue sorprendiendo como ganasteis a esos tres imbéciles con un gran facilidad, ya que nunca me esperaba que os supierais defender. Por eso quiero saber desde cuando sabéis pelear.
- Desde que teníamos 11 o 12 años. Nunca te lo hemos dicho, pero a nosotros también nos gusta luchar, pero sólo para divertirnos entre nosotros y no para hacer sufrir a la gente.
- ¡¿En serio?! ¡¿Y entonces por qué permitíais que os golpearan? No lo consigo entender.
- Pues es muy sencillo: en primer lugar, porque a pesar de ser fuertes, temíamos que ellos fueran más fuertes que nosotros, y en segundo lugar, porque pensábamos que la violencia no solucionaría nuestros problemas.
- Ya veo -suspiró-, así que no queríais renunciar a vuestros principios. Yo coincido contigo, hemos de ser fieles a nosotros mismos y a nuestros principios. No obstante, existen algunos casos en los que no nos queda otra alternativa que renunciar a esos principios para evitar desgracias. Y a veces, hasta es necesario usar la violencia.
- Lo sé, conseguí darme cuenta aquel día, y la verdad es que no me he arrepentido en ningún momento.
Tras un breve momento de silencio continué hablando
- Ahora responde tu a mi pregunta ¿Realmente te da igual mi físico?
- Claro que me da igual, ya habíamos hablado de esto, pensaba que ya habías apartado ese problema de tu vida para siempre.
- Eso pensaba yo, pero esta inseguridad no para de perseguirme. Temo que algún día te pueda a llegar a gustar otra chica.
- ¡¿Pero por qué diablos dices eso?!
- Pues porque existen numerosos hombres y numerosas mujeres que no les importa en lo más mínimo los sentimientos de su novio o novia, sino que solo les importa que sea de buen ver, que tengan algo de lo que presumir. ¡Detesto a ese tipo de personas, las detesto! -dije muy furiosa.
- Tienes razón, ese tipo de personas son muy detestables, pero no tienes ninguna razón para considerarme uno de ellos.
- Que sea gorda no quiere decir que no conozca la manera de pensar de los «atractivos». Antes de declararte habrás pensado «Quiero a Mónica, pero está gorda». Ese pensamiento es bastante común entre la gente delgada. Estrella también tenía ese pensamiento hace algunos años, pero gracias a Orión, esa idea absurda desapareció de su mente. ¿Pero como puedo saber que tu no tienes ese pensamiento?
- Es verdad que antes si pensaba de esa manera. Pero créeme, yo también eliminé esa idea estúpida de mi cabeza poco antes de decirte lo que sentía por ti, y tu lo sabes perfectamente, aceptándome sin tener en cuenta el pasado.Además, durante estos 5 meses, has desarrollado una seguridad por ti misma tan grande que incluso podrías haber cortado conmigo nada más dudar de mi.
- Lo se, pero…
- No te preocupes más amor. ¿O es qué acaso he hecho algo que te inquietara demasiado?
- Lo siento en el alma -suspiró-, Isidoro, no tengo ninguna razón para juzgarte. Durante el tiempo en el que he estado contigo no me has hecho daño alguno, el problema es que tengo este complejo desde que tengo memoria y no consigo eliminarlo- Le dije deprimida.
- Orión, Estrella y yo te ayudaremos a eliminarlo, ya lo verás.
- Muchas gracias- le respondí para después besarle.
Nos habíamos quedado una hora más en el parque. Me divertía mucho columpiarme y no me cansaba. Incluso Isidoro tuvo que detenerme porque se estaba haciendo tarde jejeje. Tras salir del parque, nos fuimos a su casa a quedarnos a dormir.
Afortunadamente, sus padres se quedaban en casa de sus abuelos esa noche. Nos fuimos a su cuarto y nos tumbamos en su cama. Pero de pronto, sin que yo me lo esperara, Isidoro comenzó a agarrarme de la cintura y subía su mano lentamente, quedando a muy pocos milímetros de mis pechos. En ese momento yo me encontraba sorprendida y muy sonrojada, y comencé a mirarle fijamente. Cuando se dio cuenta, dejó de tocarme y salió disparado de la cama.
- ¡Mónica, perdóname de verdad, no se que demonios me ha pasado. Pensé que podía contenerme! Dios que vergüenza. Puedes insultarme lo que quieras e irte, lo entenderé perfectamente.
- Isidoro, tú… tú… ¿Tu también quieres hacerlo?
- ¡¿Cómo?! -dijo Isidoro sin poder creer lo que yo decía.
- Sí, durante todo este tiempo he deseado compartir este momento especial contigo. Sin embargo, nunca encontré el momento oportuno para decírtelo. Isidoro, quiero que continúes con lo que estabas haciendo antes y que juntos vayamos aun más lejos. Pero necesito que seas gentil, ya que es mi primera vez.
- Sé cómo te sientes- dijo tras volver del estado de shock- yo tampoco lo he hecho nunca.
- Será una primera vez tranquila.
Ahora era mi momento de demostrar que no mentía. Me salí de la cama, me dirigí rápidamente hacia él y le di el beso más apasionado que nos dimos jamás. Cuando reaccionó, volvimos ambos a la cama y comenzamos a desnudarnos uno al otro, excitados y ansiosos de volvernos uno. En ese momento, todo aquel complejo de mi propio cuerpo fue eliminado, ya sea por lo excitada que estaba o por que al fin me aceptaba tal y como era. Una vez desnudos, Isidoro comenzó a ir más allá, volviendo a tocar mi cintura hasta subir sus manos hacia mis pechos y los empezó a tocar, mientras yo sentía una agradable sensación de placer que no quería que terminase. Él había parado por un momento, lo que aprovechamos ambos para acercarnos el uno al otro bruscamente para besarnos sin descanso. Tras esos besos, finalmente comenzamos a hacer el amor gentilmente. Al principio, como es normal, me dolió un poco, pero en menos de un minuto, ese dolor desapareció y se convirtió en un inmenso placer que no quería que terminase. Tanto eran nuestros deseos de hacerlo que rompimos la promesa de ser gentiles y comenzamos a hacerlo de una manera más salvaje, como si fuésemos mandriles en época de celo. Yo solo podía pensar en lo mucho que disfrutaba de esa gran noche. Continuamos haciéndolo durante unos 20 minutos, y una vez terminado el acto, descansamos un poco antes de entrar en una conversación.
- Mónica, quisiera preguntarte si… si te ha gustado tu primera vez.
- Por supuesto, ha sido fantástico, y supongo que piensas lo mismo -le dije entre jadeos de lo exhausta que estaba.
- Sin duda, no tengo palabras para describir lo mucho que he disfrutado contigo. -me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
- Me alegro muchísimo. Isidoro, me gustaría darte una gran noticia antes de dormir.
- Claro ¿Qué necesitas decirme?
- Ayer estuve hablando con Estrella y me dijo algo que en un principio no me creí. ¡Se ha enamorado de Orión! Mejor dicho ¡Lleva enamorada de él desde que teníamos 15 años! -le dije con una gran sonrisa.
- ¡¿De verdad?! ¡Esa es una gran noticia amor! Ahora comprendo porque se sonrojó aquel día.
- ¿Cuando?
- Cuando me hizo ver todo el amor que sentía y sigo sintiendo por ti. También me hizo ver que el físico no era importante en alguien para amarlo, y cuando le pregunté quién le enseñó esa gran lección me dijo «Una persona increíble» y se sonrojó. ¿Crees que acabarán juntos?
- ¡Claro que si! y si dudan en algún momento sobre sus sentimientos, nosotros seremos los encargados de ayudarles.