Una gran noche parte 1

Esta es la segunda parte de Más allá de la amistad. Si no has leído antes Un nuevo miembro no empieces a leer este capítulo. Os recuerdo que se trata de una novela corta sobre la amistad y el amor. ¡No dejéis de leerme!

Isidoro

Desde aquel gran día, formé parte de la pandilla a la cual admiraba tanto. ¡Lo repetiría tantas veces como fueran necesarias el cariño que les tengo! A diferencia de los inconscientes con los que estaba antes, Mónica, Orión y Estrella únicamente me transmitían tranquilidad, alegría, diversión y otros sentimientos especiales que empezaría a tener no dentro de mucho.

Sus planes eran sencillos, pero he de decir que también divertidos: solíamos dar una vuelta por la periferia, alejados de todo el mundo, en busca de tranquilidad. Otras veces, solíamos dar un paseo por el centro, el cual siempre tenía un ambiente bastante agradable y eso nos alegraba mucho. Incluso nos quedábamos a dormir en casa de Mónica y después de ver una película, yo contaba historias de miedo que solía leer. Estrella y Orión no se asustaban nunca, pero siempre lográbamos asustar a Mónica, hasta el punto que llegó un día en el que no podía dormir sola. Era una noche de noviembre, por lo que hacía frío, y dado que ya estábamos acostumbrados a pasar numerosas noches en casa de Mónica, nos trajimos nuestros colchones de casa, un pijama y un par de mantas. Conté mi historia de terror al igual que todas las noches y nos fuimos a dormir. Mientras que Orión, con su gran anatomía masculina, y Estrella se habían quedado dormidos en seguida, yo no tenía nada de sueño, y aprovechándome de eso, contemplaba la hermosura del cielo por la noche que a mi tanto me atraía, hasta que escuché la voz de Mónica.

  • Psss, Isidoro- me susurraba para no despertar ni a Orión ni a Estrella.
  • ¿Qué te ocurre?
  • No puedo dormir, tengo miedo.
  • No tienes de que preocuparte -suspiró-, ninguna de las historias que cuento son reales.
  • Lo sé, pero aun así no puedo evitar pasar miedo, y el silencio que hay en esta habitación después es muy escalofriante.
  • Bueno, supongo que debería haber alguna forma con la que puedas dormir tranquila esta noche, ¿verdad?
  • Si la hay: me gustaría que durmieses conmigo. Me sentiré más tranquila si tengo a alguien a mi lado.

¿Qué podría decir yo además de «sí»? Al fin y al cabo fui yo quien le provocó el miedo. Sin hacer mucho ruido, me destapé y me levanté de mi cama para ir a la de Mónica. Se notaba que estaba muerta de miedo, pues veía como temblaba. Cuando me metí lentamente en su cama, ella se echó a un lado para darme un espacio, para después taparnos a ambos con las mantas. la calidez y la comodidad recorrían como locos por todo mi cuerpo, me encontraba muy bien en esa cama, pero aún no podía dejar de mirar la cara de asustada que tenía Mónica y empezaba a sentirme un poco mal por ella.

  • Oye, no quiero que estés todas las noches así. Si tanto miedo te produce, puedo dejar de contar esas historias- dije un poco preocupado.
  • No, al contrario, me gustaría que continuaras contándolas.
  • ¿Por qué, si cada vez que lo hago pasas miedo?
  • Si no lo pasara, entonces no tendría gracia que contaras historias de miedo, ¿No crees?- me respondió con una suave risa.
  • Ahí tienes razón -dije con una sonrisa.

Tras esa breve conversación, nos abrazamos para estar más calentitos y pasado un rato, Mónica se quedó totalmente dormida. Al percatarme, iba a levantarme para poder irme a mi cama y dormir yo también, pero notaba que ella, aun dormida, seguía abrazándome con fuerza, así que dormí con ella. Al fin y al cabo no me molestaba y he de reconocer que me encontraba muy bien.

Salvo ese día, el resto fueron exactamente iguales, así hasta llegar el tan esperado fin de año. Acordamos quedar en el centro, ya que por una vez queríamos estar rodeados de gente, así que tras las uvas, me puse mi mejor traje para poder salir. Orión fue el primero en llegar. Estaba muy elegante con el esmoquin que llevaba y su corto pelo negro.

  • ¡Buenas noches Orión, feliz año nuevo!- Le dije a Orión
  • ¡Igualmente Isidoro, veo que esta noche vas a intentar llevarte a alguna chica!
  • ¡¿Pero de qué estas hablando?! Le pregunté algo sobresaltado.
  • Tranquilo -rió-, solo estaba bromeando, aunque ¿Quién sabe? Quizás nos sorprendas.
  • Como sea ¿Dónde están Mónica y Estrella?
  • Por allí vienen.
  • ¡Hola chicos, feliz año nuevo! -dijeron Mónica y Estrella alegremente.
  • ¡Igualmente!- respondimos Orión y yo.
  • Ya que estamos todos, hay que decidir donde vamos, lo único que puedo ver alrededor es gente y más gente. -dijo Estrella.
  • Vayamos a dar una vuelta primero, dudo que por esta zona encontremos un lugar para acomodarnos -propuso Mónica.
  • ¡Esperad! En el fondo de la calle hay una discoteca. ¿Por qué no vamos allí?- nos dijo Orión.
  • ¡Genial, una discoteca, hace mucho tiempo que no voy a una, yo estoy encantada con la idea! Isidoro, Mónica, ¿Qué opináis?
  • Yo prefiero dar una vuelta por la ciudad, debe ser muy agradable ver a tanta gente junta, feliz y sobre todo sobria- dije esto último soltando una pequeña carcajada.
  • A mí también me gustaría dar una vuelta. Pero supongo que tendremos que ir con vosotros ¿Verdad?- preguntó Mónica algo deprimida.
  • No tienes por qué -le contestó Orión.
  • ¿Entonces como vamos a estar los cuatro juntos? -pregunté.
  • Muy sencillo Isidoro- me contestó a mi esta vez- la noche es muy larga, así que propongo que cada uno vaya a hacer lo que le apetezca hacer durante 1 hora. Pasada esa hora, nos reuniremos donde habíamos quedado y nos iremos a cualquier otro sitio.

Todo el mundo estaba de acuerdo con esa propuesta. Antes de irnos, Mónica había abrazado fuertemente a Orión y a Estrella, y tras ese momento, nos fuimos al paseo marítimo. Ver el mar iluminada por la luna en plena noche era un placer de los dioses para mi. Mónica y yo caminábamos contemplando aquella hermosura, aunque sin cesar de hablar, claro.

  • ¿Sabes de que me acabo de acordar?- Me preguntó Mónica
  • ¿De qué? -pregunté yo, lleno de curiosidad.
  • De aquel momento en el que me ayudaste a poder dormir. No sabes lo asustada que yo me sentía en aquel momento, el pensar lo espeluznante de cada historia me impedía cerrar los ojos sin ver cosas malas. ¡Muchas gracias Isidoro!
  • No pienses más en ello Mónica, al fin y al cabo era lo mínimo que podía hacer. Oye, cambiando de tema, ya ha pasado 1 hora. Volvamos con Estrella y Orión. Aunque es una lástima, me lo estaba pasando tan bien.
  • Descuida, volveremos dentro de poco. Vamos.

Cuando llegamos de nuevo, allí se encontraban Orión y Estrella esperándonos. Mónica se lanzó de nuevo a abrazarlos a ambos, primero a Estrella y luego a Orión. Cuando abrazó a este último, sentí algo muy molesto en mi pecho, pero no le di mayor importancia, aunque he de decir que también lo sentí cuando Mónica se despidió de Orión y de Estrella.

  • He encontrado un bar donde podemos jugar al billar. ¿Os apetece jugar un par de partidas?

Todos accedimos a esa propuesta inmediatamente. Fueron tres partidas por parejas, y las tres jugué con Orión y Mónica con Estrella. Ganamos fácilmente ya que Orión y yo teníamos mucha habilidad en ese juego.

  • ¡Han sido tres partidas muy buenas! -dijo Orión tendiendo la mano a Mónica.
  • Sí. ¡Pero te aseguro que la próxima vez nosotras seremos las vencedoras, ya lo verás.
  • No dudo de tu palabra, por eso me aseguraré de que no nos superéis- le dijo Orión a Mónica con una mirada de rivalidad.
  • Bueno, los competidores por el torneo mundial de billar, vamos a tomar el aire, hace mucha calor aquí- dije creyendo que podría haber un poco de tensión entre ellos.
  • ¡Sí, vamos Orión, que te tengo que decir muchísimas cosas sobre el anime que me recomendaste! Dijo Mónica llevándose Orión a fuera y dejándonos a mi y a Estrella en ese bar.

Cuando se fueron, volvió a entrarme aquella molestia inexplicable en el pecho que sentí antes, expresando algo de dolor.

  • Isidoro, ¿Estás bien? No pareces tener muy buena cara incluso siendo tú -me preguntó Estrella.
  • Si tranquila, lo que ocurre es que siento una molestia en el pecho cada poco tiempo. Pero lo más extraño de todo, es que solo la siento cuando veo a Mónica con Orión de manera muy cariñosa.
  • Ya veo, no me lo esperaba -me dijo esbozando una sonrisa.
  • ¿Esperarte el que? No te entiendo Estrella. ¿Acaso sabes lo que me sucede?
  • Por supuesto que lo se. ¡Estás enamorado de Mónica. Y todas esas molestias de las que me hablas no son dolores ningunos, son celos. Estas celoso de Orión y profundamente enamorado de Mónica!
  • ¡¿Qué?! ¡No puede ser, no me mientas, eso no puede ser posible!
  • Mira en lo más profundo de ti, sabes perfectamente que es verdad. Si te has sonrojado y todo, y la única persona que se sonroja por cualquier estupidez es Orión. Vamos, no tienes de que avergonzarte, además, ¿Qué tiene de malo amar eh?
  • ¡No tiene nada de malo! Solo que Mónica… Mónica… Mónica est… Lo siento Estrella, no me atrevo a decírtelo. Temo a que me odies.
  • ¡No seas tonto! No puedo odiarte solo por un problema que hayas tenido con ella. Al fin y al cabo no nos has dado problemas y estamos todos muy satisfechos contigo. ¡Somos amigos y debemos apoyarnos en las buenas y en las malas! ¿Qué problema tienes con Mónica?- me dijo mientras me cogía de la mano.
  • Estoy inseguro acerca de mis sentimientos hacia ella porque est.. está… ¡Mónica está gorda! Yo no puedo salir con alguien gordo por alguna razón.

En ese momento, Estrella me soltó la mano, y yo solo me esperaba que me golpeara por ser tan cabezota, por lo que cerré mis ojos, de los cuales, salieron varias lágrimas. No obstante, para mi sorpresa, puso su mano sobre mi hombro, tratando de comprenderme, aunque era muy evidente que estaba enfadada.

  • Me fastidia mucho reconocerlo, pero yo me habría encontrado en una situación similar si me hubiese pasado eso hace algunos años. ¡Pero tienes que escucharme! El físico es lo menos importante en una persona. El verdadero significado de amar se encuentra en querer de manera especial a alguien por su personalidad, su manera de ver el mundo y su manera de tratar a sus seres queridos. Tu piensas que a una persona se le debe querer por su físico. Pues déjame decirte que estás equivocado, y en el fondo lo sabes, sino ¿por qué estás celoso cada vez que se va con Orión? ¿por qué tiendes a acercarte más a ella que a nosotros sin ni siquiera darte cuenta? ¿por qué estabas tan feliz cuando dormías junto a ella en la misma cama? Tu único problema es que siempre has tenido malas influencias a lo largo de toda tu vida, y esas malas influencias te han hecho vernos como raros, tontos y sacos de carne excesiva sin valor en el caso de Orión y de Mónica. Ese es tu único obstáculo, la única valla que te impide estar junto al amor de tu vida. ¡Has de saltarla y Orión y yo te ayudaremos! Haz caso de lo que tu corazón te diga -me dijo esto último poniéndome su mano en mi pecho- y no lo que te digan tus ojos.

Estrella me dejó sin ninguna palabra que articular. Lo que más me dejó en shock fue que me dijera que yo sabía que el físico no tiene importancia ¡Es verdad, en el fondo a mi el físico no me importa, es más, me atraía bastante, pero me avergonzaba reconocerlo, la dichosa sociedad me había provocado uno de mis mayores defectos. No obstante, con ayuda de esas increíbles palabras de Estrella, pude encontrarme a mi mismo y darme cuenta de mi error. Pero a pesar de todo eso, aún no tenía claro todos mis sentimientos.

  • Estrella, no sabes cuando me has sorprendido. Tienes razón ¿Qué narices importa el físico de los demás? ¿Qué importa que sean guapos o feos y gordos o flacos? Esa es solo una falsa belleza. Aunque- comencé a hablar desilusionado- aun no se si la quiero.
  • Tranquilo, lo descubrirás esta misma noche- me dijo con una gran sonrisa
  • ¡Sí! -contesté muy ilusionado.
  • Vamos a ir a buscar a Orión y a Mónica, quizás estén preocupados.
  • Claro, pero antes quiero preguntarte algo. ¿Quién te ha enseñado esos valores tan importantes?
  • Eso es un secreto jijijiji -me respondió totalmente sonrojada.
  • ¿Acaso tú…?

Antes de que pudiera hacerle la pregunta, vino Orión corriendo y con un ojo un poco morado.

  • Otra vez, ¡¡Lo han hecho otra vez!!
  • ¿De qué estás hablando Orión?- preguntó Estrella
  • Los miserables, ¡Nos han vuelto a pegar!
  • ¡¿Y estás bien?! Preguntó Estrella muy asustada.
  • Sí, no os preocupéis, solo me han dado un directo en el ojo.
  • ¿¡Y dónde está Mónica?! ¡Hace poco estaba contigo!? ¿¡¡Dónde está!!?- le pregunté a Orión tan asustado como Estrella.
  • Está afuera, esperándonos.
  • Perfecto, porque os tengo que decir algo muy importante- le dije a Orión y a Estrella.

Mónica

Orión y yo salimos del bar para dar un paseo. Tenía que contarle las maravillas que había visto con el anime que me recomendó. Su nombre era «One punch man», que narraba la historia de un héroe que derrotaba a sus enemigos de un solo golpe. A ambos nos encantaba esa serie y nos pasamos un buen rato hablando de ella.

Mientras caminábamos, observé el hermoso cielo lleno de estrellas. Me enamoraba ver aquel silencioso anochecer. Pero para mi desgracia esa agradable sensación no duraría mucho: cuando dirigí mi mirada hacia Orión, vi a lo lejos a esos tres infelices que nos hacían la vida imposible.

  • Orión, debemos volver con Estrella e Isidoro, tengo un mal presentimiento -le dije nerviosa
  • Tienes razón. Yo también los he visto, vamos.

Para evitar problemas, comenzamos a volver por donde habíamos venido, pero era muy tarde, nos alcanzaron y el resultado como lo esperaba: a mi me desgarraron un poco la ropa y me golpearon, mientras que Orión acabó con el ojo morado. Volvimos al bar donde nos encontrábamos antes sin hacer absolutamente nada al respecto.

  • Seguramente estén dentro, voy a buscarles -quédate aquí-, me dijo Orión.
  • De acuerdo, pero no tardes.

No pasaron ni siquiera 5 minutos para ver a Estrella y a Isidoro corriendo hacia mi para saber si yo estaba bien.

  • No os preocupéis más, nos encontramos bien- le dije a Isidoro y a Estrella.
  • Me alegra que todos estemos aquí. Quiero decir algo muy importante- dijo Isidoro con un tono de voz firme-. Chicos, se que no somos capaces de defendernos, ¡Pero tenemos que plantarles cara a esos desgraciados, hacerles pagar por todo el daño que os han hecho!
  • ¿Qué solucionamos con eso? Yo opino que sería una mejor idea denunciarles de una vez- dijo Estrella.
  • No vamos a llegar a nada con eso. Pintan a la justicia como la salvadora de los ciudadanos. Sin embargo, no son más que falacias sin sentido, nadie se va a preocupar por nosotros si no somos importantes. No me hace falta que me digáis que deseáis vengaros. Veo esas ganas en vuestros rostros. Tendréis que hacerles pagar por lo que os han hecho con la misma moneda. Lo único bueno que me han enseñado esos idiotas es que hay veces en las que es necesario tener un poco de maldad- le respondió a Estrella
  • Pues yo no lo veo de ese modo- le dije a Isidoro.
  • Ni yo tampoco, pero tiene razón: nos han maltratado durante años porque no hemos hecho nada al respecto. Pero esto se acaba hoy. Vamos a ir ahora mismo a plantarles cara. No nos merecemos esto chicos. A veces hay que ser malo en esta vida por nuestro propio bien- dijo Orión, convencido de mis palabras.
  • De acuerdo. ¡Acabaremos con esto hoy mismo! -gritó Estrella
  • Los he visto en una plaza que no está muy lejos de aquí. Llegaremos en 10 o en 15 minutos. Pero quiero pedir algo a cambio: no quiero que participes en esto, Isidoro- dije muy seria
  • ¿¡Por qué no!? ¡Yo también tengo asuntos pendientes con ellos!
  • ¿Te acuerdas de la última vez? Asúmelo, no sabes defenderte, y aún tenemos una deuda contigo por haber intentado protegernos aquella vez. Además, nos quieren a nosotros, no a ti, y no me gustaría meterte en un lío para nada -dijo Estrella.
  • De acuerdo, me mantendré al margen, pero no olvides que vosotros tampoco sabéis defenderos -respondió Isidoro conteniendo la furia que sentía.

Ninguno de nosotros tres respondió a ese comentario. Nos quedamos callados y nos fuimos en la plaza en la que supuse que estaban. Efectivamente, allí estaban esos tres infelices. Yo fui la primera en acercarme a ellos. En ese momento solo sentía mucho rencor recorriendo todo mi cuerpo.

  • ¡Pero mira quien tenemos aquí! ¿Acaso vienes a por más, gorda?- me dijo el chico que me solía golpear con un tono de burla.
  • ¡Deja de decir estupideces! He venido para daros el primer y último aviso: dejadnos en paz de una maldita vez, es lamentable que a vuestra edad continuéis acosando a gente que no os han hecho nada. Os lo repito, va a ser el primer y último aviso, sino nos encargaremos nosotros mismos.
  • ¿Acaso crees que voy a llegar a un acuerdo con una rara como tu? -carcajada- Eres más tonta de lo que yo pensaba, y esa idiotez que tienes me irrita. ¡Desaparece de mi vista, maldita!
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