Avanzamos kilómetros, burlando a los soldados de los controles situados en algunos caminos y en todos los cruces.
-Debo encontrar un tramo desierto…
-¿A dónde nos dirigimos? ¡Vamos a morir exhaustos!
-¡Silencio! -ordeno con autoridad- Necesito concentración.
Mi mente comienza a buscar respuestas. Mi cuerpo se deteriora.
-¡Por aquí!
Todos me siguen, esperando encontrar algo.
-Ya está… es aquí.
Me estoy sacrificando por ellos. La visión me da vueltas.
-¿Te encuentras bien? -me preguntan al ver como me tambaleo.
Arranco una rama de un árbol y me dirijo como puedo hacia el camino.
-¿A dónde vas? ¡Te van a ver!
-No aquí no. En este punto la visibilidad de los controles es nula. ¡Aquí es donde quería llegar!
La visión se nubla. Me llevo las manos a la cabeza y al retirarlas, están manchadas de sangre. Estoy a punto de desfallecer…, pero aun guardo fuerzas para una última acción:
-Formar aquí una barricada -pronuncio a malas penas, mientras trazo una cruz-. Tenéis media hora. Luego… -pero no me da tiempo a terminar las instrucciones…
-¡Kerwin! -pronuncian mientras me cogen a tiempo para que no me golpeé contra el suelo.
Todos se aproximan a mí, intentando socorrerme, pero no tienen medios… Observo borrosamente como se contraen sus rostros.
-¡Aguanta!
-…luego coger… -me esfuerzo por concluir la frase, pero la debilidad me domina y pierdo el conocimiento.
¿Qué pasará? 🙂 seguiré leyendo.
besos de cristal