81 Jonhy

-Así que te marchas -me recrimina Quinn en la habitación, ya a la hora de dormir.

-Así es. ¡Voy a conocer lo que he estudiado!

Quinn me observa, casi con lágrimas en los ojos.

-Me alegro mucho por ti, pero espero que nos volvamos a ver y me cuentes tus aventuras.

Después de la debida despedida nos acostamos. Mañana partiré a primera hora, antes de que despierten todos. Mi ánimo se exalta nada mas pensarlo.

Durante un tiempo pienso en todos mis recuerdos con mis compañeros. Mi mente comienza a girar en el tiempo, las imágenes estallan en mi cabeza demostrando que me encuentro en un estado entre vigilia y ensoñación. A mi lado no se encuentra Quinn, sino su alma fluorescente en mi viaje inmaterial por el firmamento. Nos rodean otros espíritus, de nuestros compañeros también infestados. Somos un conjunto de átomos que impulsan los elementos materiales, que ya no existen. Mi alma, que es una de las luces fluorescentes, me transmite una gran atención. La odisea celestial ha alcanzado un lugar en mi pasado, dejándome en mitad de ninguna parte.

-¿Qué es el eco cuando no hay sonido que transmitir?

Ahora lo entiendo: la lucidez me desborda.

-¿Qué es el conocimiento cuando no es transmitido?

Nada, o tal vez un secreto, pienso intentando dar respuesta a las preguntas que me abruman.

-¿Por qué fuisteis enviados al centro de curaciones extremas?

Había un virus en el oxígeno…

-¿Por qué estuviste tú más tiempo?

Es cierto. Cuando yo desperté mis compañeros ya estaban en Priedni.

-¿Qué ocurrió? ¿Por qué tomaste la dirección de emergencia?

La visión muestra mi cuerpo inconsciente sobre una camilla, con los médicos muy nerviosos corriendo de un lado para otro. Al mismo tiempo, mis compañeros se encuentran en el vehículo y no hacen intención de atenderlos.

-¡Código azul! -suena la voz de Nick.

La imagen se difumina.

-¿Quieres saber que ocurrió? Volvamos a las afueras de Priedni.

La quimera se oscurece. La luz pierde nitidez en un mortífero segundo que lo cambiará todo. El terror me envuelve.

-Ahí estás tú, en tu huida del centro.

Mis recuerdos son rescatados, al tiempo que los veo. Estoy yo, caminando solo por la oscuridad, sin más referencias que una tenue intuición de por donde han marchado mis amigos. ¡Estuve perdido!

-Sigue observando.

Pierdo toda esperanza y caigo de rodillas, resignado. Entonces… algo se aproxima. Es un ser cubierto por una túnica negra y un candil en la mano. Pero… no es la muerte. Mi cuerpo desfallece de pánico, mientras la escena continúa desarrollándose en mi interior. El ser encapuchado después de estudiarme, se marcha. ¿Por qué?

En ese momento despierto de mi revelador sueño, gracias a la alarma de la medicina. Un escalofrío me domina: el veneno se encuentra en la respiración de ese ser. Por eso yo estuve más grabe que mis compañeros. ¡Y por eso estuve en la zona de emergencia!

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la primera novela de la trilogía, El enigma de los dioses.
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