-¿Qué está pasando? -pregunto a mis amigos al encontrarme con ellos en la habitación de Jack, que se encuentra enfermo en su cama. El resto no nos encontramos en mejores condiciones, pero al menos podemos caminar y debíamos reunirnos todos.
Me miran, mientras se encogen de hombros, muertos de miedo.
–Simón ha desaparecido, Danny a muerto, y nosotros…
Mi voz quiebra en un débil susurro y mi llanto se muestra, como si esas palabras hubieran abierto la herida recientemente cicatrizada. El dolor por la pérdida me inunda una vez abordo la cruda realidad, sumándose al que siento por las secuelas del virus.
-Estamos atrapados en una pesadilla… -comenta Ariel aterrado- Nuestros sueños son…
-¡Reales! -le interrumpe Lumi– Nuestros sueños son reales y sin embargo nos vemos impotentes para cambiar algo. Nos están mostrando detalles de la desgarradora realidad, incluso algunos muestran parte del futuro; pero nosotros somos la escoria de éste mundo y no nos escucharán. ¡Si ni siquiera nos creerían nuestros padres!
El silencio se desata como si de una bestia enfurecida se tratase. Todos temblamos de miedo, al tiempo que ahogamos nuestras lágrimas para mostrar una pizca de valentía que pueda cambiar el rumbo de los acontecimientos.
-¿Vosotros qué habéis visto? -pregunto inquisitiva.
Unos segundos eternos cargan de dudas el ambiente. Se miran entre ellos y finalmente responden:
-Fragmentos de un plan engendrado para la salvación… y sin embargo, sólo nos espera muerte.
-Tal vez la salvación no sea para nosotros -la afirmación nos congela la sangre-, tal vez sea sólo para nuestros enemigos.
-¡No puede ser! Ellos no están amenazados -grita exaltado Jack, aun convaleciente- Yo he escudriñado nuestras fronteras, un sueño me lo ha revelado: nuestros superiores están igual de acongojados que nosotros.
-¿Entonces? ¿Para salvar qué, han provocado este infierno?