-¿Cómo podéis ser tan estúpidos? -grita Erwin, el señor de Priedni, tremendamente irritado- ¡Por vuestra irresponsabilidad os habéis contagiado con el virus y nos habéis puesto en una situación muy comprometida!
Sin duda se refiere a tener que permitir que seamos controlados por agentes de otras ciudades, reduciendo así la confidencialidad entre estas paredes.
Agachamos todos la cabeza al tiempo que vuelve a golpear el puño contra su mesa. Permanece unos segundos callado mientras sopesa la situación.
-Espero que no se vuelva a repetir jamás. Al menor rumor de que planeáis otra rebelión, os enviaré de cabeza a Omit. De hecho, tenéis mucha suerte de no estar allí ahora -comenta esta vez con un tono de tristeza, recordando posiblemente algún incidente parecido-. ¡Marchaos de aquí ya! ¡No os quiero ni ver! -pronuncia otra vez rabioso- Por cierto Jonhy, tú no te vayas.
Su orden me sorprende. Acabo de llegar de Pode hace apenas unos minutos y ya me han hecho llamar, primero para estar presente en el sermón a todos los que participamos en la rebelión y ahora esto. Me aproximo a él para saber que tiene que decirme.
-Tú no deberás regresar con tus compañeros a las clases. Se te ha concedido el honor de recibir clases particulares de un solo maestro y pronto serás enviado a conocer otros señores.
-¿Cómo?
-Lo que has oído. Tienes un privilegio con el que ninguno hemos contado. Te aconsejo que lo aproveches. Olvídate de esos amigos tuyos tan problemáticos y centra tu cabeza de una vez.
Sus palabras me alcanzan. Las medito seriamente. Además, me explica dónde tengo que ir, cuando me vea preparado para retomar los estudios. Insiste en que debería descansar primero porque acabo de salir del centro de curación, sin embargo me siento bastante bien y tengo tremenda curiosidad por saber que tipo de aprendizaje será.
-Muy bien Jonhy. Suerte en tu nueva educación.
Y con estas palabras salgo de su despacho hacia el pasillo, donde me esperan mis amigos.