Cuando mis caballeros logran alcanzar a nuestros enemigos, el mandoble traspasa las figuras borrosas, pero cuando nos alcanzan ellos, sufrimos letales heridas.
-¡Mantener la formación! -grito con desesperación.
Ahora lo veo claro: el objetivo de los escuadrones somos nosotros. Saben que somos la única legión competente de Los reinos del sur, después de la misión a Zulús, y quieren aniquilarnos. Sabían perfectamente la estrategia que utilizaríamos y han planteado un combate en el que no tuviéramos posibilidades. Si huimos nos perseguirán, Si luchamos perderemos. Hagamos lo que hagamos no dejarán títere con cabeza… a no ser…
-¡Retirada! -ordeno elevando la voz entre el estruendo de la lucha- ¡Seguidme!
En vez de retirarme hacia el sur, emprendo la huida hacia el oeste: al Bosque Central. Los espíritus nos persiguen, hasta como suponía, donde comienzan los frondosos árboles. No concluye el peligro, porque desde los altos árboles una lluvia de flechas nos aborda. Algunos caballeros son alcanzados, pero la mayoría conseguimos ponernos a cubierto.
-¿Quiénes son? -me pregunta Ariel.
-Los habitantes de los bosques. Defienden su territorio. ¡No usar las armas!
-¿Qué vamos hacer? -me vuelve a preguntar- ¡Estamos perdidos!
Lo miro, serio.
-Tengo una misión que encomendarte, Ariel -mi expresión denota confianza-. Debes regresar a la base por el lindero del bosque y asegurarte de que el resto de los nuestros no sufre un brutal ataque.
-¿Pero qué vamos a hacer? Maguiltor cuenta con un poder inimaginable.
-¡Resistir! -le suplico- Ya sea escondiéndonos cuando se acerca el peligro, como hemos hecho siempre, o huyendo a la desesperada, pero sobrevivir.
Asiente, entendiendo su responsabilidad.
-¿Y vosotros qué haréis? -me pregunta con lágrimas en los ojos.
-Emprenderemos un viaje hacia el corazón del bosque. Sólo así conseguiremos distraer la atención del enemigo, para que puedas salvar a los nuestros.
-Yo iré con él -pronuncia el conde decidido-. Debo regresar a Pode.
-Está bien -decido-. ¡Suerte!
-¡Suerte a vosotros también! -se despiden mientras los dos jinetes parten hacia el sur.
Entonces mi mirada se centra en el bosque, donde un aluvión de flechas nos impiden el paso.