Llegamos al galope a Rasel, donde en las torres los vigilantes inexpertos no cesan de observar el horizonte.
Mi ejército se agrupa detrás de mí.
-Esta noche comienza la guerra entre los Reinos del Sur y Maguiltor. Los escuadrones del Imperio se aproximan desde el norte. No debéis tener piedad -rujo, elevando mi voz portentosamente-, ellos no lo tendrán. Dividiros en grupos y esconderos detrás de cada torre. Cuando el enemigo esté a la vista, no dudéis en disparar -cada hombre cuenta con un láser entregado por la Liga-. Los vigilantes de las torres nos cubrirán. -y sonrío, ante el único beneficio con el que contamos.
A las horas, suenan todas las alarmas de Rasel.
-Llegó la hora. -murmuro para mí.
Los cuernos de nuestros caballeros también resuenan, para intimidar al enemigo. El estandarte se ondea a lo alto, sobre varios portadores.
-No sintáis miedo. Atacad en cuanto tengáis ocasión.
Contenemos la respiración mientras se aproximan. Un escuadrón de un centenar de guerreros se aproxima, a pie. Sonrío. No esperaba tan poca fuerza.
-¡Al ataque!
Desde las torres y los caballeros disparan a la vez sus láseres. La victoria parece asegurada… pero algo falla. Los rayos, en vez de impactar en los enemigos, los traspasan sin provocarles heridas. Ellos, seres encapuchados, avanzan sin importarles nuestros ataques.
-¡No temáis! -grito para aumentar el ánimo de los míos- ¡Aun contamos con espadas!
Pero los jóvenes inexpertos de las torres, se aterran y huyen, perdiendo así unos valiosos aliados. Sin embargo nosotros no cedemos, y nos mantenemos firmes en nuestras posiciones.
Cuando los enemigos se aproximaron lo suficiente, mando atacar con las armas de corto alcance. Los encapuchados, al ver la acometida, respondieron con espadas semejantes. Los filos, al chocar, produjeron un fuerte estallido, en el fragor de la batalla.
-¡Por los caídos! -grito, al unirme a la contienda- No cedáis. Mantener todos los frentes abiertos.
En un principio, nuestra enorme superioridad numérica parece darnos una victoria segura, pero los enemigos no caen, mientras mis caballeros son heridos y algunos derribados.