268 Sir

El sendero de la muerte. Los cuervos nos observan con unos ojos negros, calculadores. Nos vigilan, esperando algún despiste para atacarnos. Mi corazón palpita a un ritmo endiablado. ¿Qué extrañas fuerzas nos separan? Parece imposible que se mantengan a escasos metros, y sólo algunos se lancen contra nosotros. Sólo custodian…

-¿Y si cumplen órdenes? -pregunta un soldado, aterrado.

-Sea como sea -le grito, para aplacar su miedo-, esto nos viene de fábula para cumplir la misión. ¡No quiero retrasos!

En el horizonte aparecen los restos de la ciudad gull. A penas tres edificios mal construidos dan bienvenida a las patrullas.

-No pensar que la ciudad es el único hogar de los gull -informo-: aquí hay todo un mundo subterráneo que comienza en las cuevas que hay detrás. Lamentablemente no disponemos de los vehículos, por lo que tendremos que entrar para asegurarnos que no queda nadie con vida.

Estudiamos la ciudad en ruinas. Todos los gull’s que encontramos son cadáveres.

-¡Mirad! -comenta un guerrero- No era una ciudad: era un observatorio. La segunda línea de defensa de nuestras pobres víctimas.

Eso parece ser. Según nos aproximamos las dudas se van resolviendo. Hay tres edificios de una planta, eso sí, ésta se eleva varios metros sobre el suelo. Un cristal brindado enseñaba el paisaje a los antiguos vigilantes gull’s. El resto, es roca maciza.

-Aquí debieron esmerarse -comentan señalando los edificios-, porque aun se levantan majestuosos.

Una simple escalera da acceso a los recintos. Las puertas se encuentran abiertas.

-¡Subamos!

Continúa leyendo 269 Sifrid; la primera crónica, o visita el índice de Los reinos del sur,
la primera novela de la trilogía, El enigma de los dioses.
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