-Ya hay una bandera en cada campamento y un portador en cada patrulla -me informa Ariel-. ¿Algo más?
-No, amigo. Sólo queda continuar preparándonos hasta que llegue el fatídico día. No podemos hacer otra cosa.
Mi mirada continúa perdida en el terreno.
-No te castigues más: haces lo que puedes.
-Cada segundo que pasa, más negro veo el futuro. Tener acceso al destino me ahoga. Quiero cambiarlo, conseguir un final feliz…
Me abraza, fuertemente.
-Lo conseguiremos. El destino no está escrito. Mira El enigma de los dioses, ese libro fue escrito por dioses y los tiempos que corren no se encuentran escritos sobre sus páginas. ¡Podremos conseguirlo!
-Sí eso es cierto, pero aquel que lo ha cambiado es el mismo al que nos enfrentamos.
-Tú mismo dijiste que sus intenciones no eran la de destruirnos, que sólo buscaba un secreto…
Muevo mi cabeza, inquieto.
-Sí… pero ya no sé que creer. Desea conquistarnos y para ello ha colocado a su esbirro en el trono, haciéndose pasar por un semidiós. ¿Por qué reta a los dioses?
-Será que no tenemos todas las respuestas. El futuro todavía está por desarrollarse.