Sobrevolamos la gran fortaleza de la ciudad de Rasel. Desde las alturas, la poderosa ciudadela parece inexpugnable. A continuación las siete torres de defensa, siempre atentas. Ahora serán los recién llegados, los encargados de custodiar la frontera. Sí, esa inmensa línea negra. En algún momento fue un basto territorio envuelto en llamas, pero ahora es sólo terreno quebrado. Cruzamos la línea negra, accediendo a las Tierras Negras. Una vez nos encontramos en territorio de los magos, la alegría parece desaparecer.
La comunicación con Clituck no es todo lo buena que esperábamos. Podemos hablar, pero empeora cada vez nos alejamos. Por suerte, la señal con el resto de prototipos es excelente.
–Sir informa: Fox nos ha explicado que el nivel de los tanques no ha bajado gran cosa. Si mantenemos esta velocidad, lograremos volver a casa con casi la mitad de combustible.
Esto son excelentes noticias.
Cuando alcanzamos el Bosque Negro, la inquietud me domina. Entre la vegetación se esconden misterios desde los tiempos del destierro. Cuenta una leyenda que todo aquel que observa las sombras desde la lejanía, es perseguido por la mala suerte durante toda su vida. Eso por no hablar de los que osan internarse entre sus negros pinos.
-Aquí Sir: a vuestra izquierda veréis el Bosque Negro. Os recomiendo que no lo miréis fijamente. Podría suponernos un desastre en la misión. Ya hemos llegado a nuestro destino. Ahora tenemos que dispersarnos entre los tres asentamientos para recibir una cordial bienvenida.
Al lado del Bosque Negro, observo el primer asentamiento: Polvankar. Allí nos detendremos nosotros.