Regresamos cabalgando a la base. Los esclavos y heridos montan detrás de los jinetes. La Vieja Guardia nos estará buscando y no podemos permitir que nos cojan después de lograr la hazaña.
-No hemos visto que cara han puesto cuando han descubierto que les hemos engañado. -pronuncia un caballero entre risas.
-¡Ni falta que hace! -respondo cabreado- Han estado apunto de pillarnos. Sólo la suerte nos ha librado…
-¡Tú siempre te alías con la suerte! -me grita Ariel- ¡No es una casualidad!
Mi amigo tiene toda la razón. El ataque, la captura de su grupo, el engaño final, todo estaba estudiado previamente, pero aun así me cuesta creer que siempre salga bien. Algún día seremos vencidos.
-Nos traemos a más de mil esclavos que se unirán al movimiento -me recuerda Efrén- y muchas armas de largo alcance -me tiende una mano sobre mi hombro-. No te tortures más.
Cuando llegamos al poblado, Agnes va a tender a los heridos y Helen prepara un banquete para todos. Las medicinas no faltan. Además, ordeno aumentar la vigilancia. La Vieja Guardia nos busca y esta vez no se conformará con perdernos el rastro. Los caballos dejan profundas pisadas y puede que nos estén siguiendo.
-Estar atentos -ordeno-. No hemos terminado el trabajo.