Ocupamos completamente las murallas. Los centinelas vencidos, son arrojados fuera de la ciudad experimental, donde no serán descubiertos. Todavía quedan muchos más abajo, increpando a nuestros amigos.
-¡Al ataque! -ordeno.
Disparamos las armas robadas. Por unos instantes, sorprendemos a los soldados que no saben por qué les atacamos. Consideran que somos aliados suyos. Pero al poco rato, comienzan a defenderse. Nuestra mala puntería, es compensada con la inmejorable posición con la que contamos. Desde arriba tenemos visibilidad perfecta, mientras nuestros enemigos ven obstaculizados sus objetivos, por las almenas.
El combate dura largos minutos, hasta que finalmente derribamos a nuestros oponentes.
-¡Rescatemos a nuestros amigos!
Corremos hacia el centro de la ciudad experimental, donde muchos de los nuestros se encuentran atados y golpeados severamente. Rescatamos también a los más de mil esclavos.
-¡Por ahí! Señalo el lugar donde cuelgan las cuerdas.
Mis hombres, camuflados con la indumentaria de los soldados, me avisan de que se aproximan vehículos armados.
-Esto se pone feo.