Simón me observa, agotado.
-¿Qué piensas hacer? ¡Monstruo!
-Ahora lo verás -le respondo con un susurro aterrador.
Sifrid aparece a mi lado, muy serio.
-Ha llegado el momento que esperabas.
Su voz es una ráfaga de aire puro.
-¡Comencemos! -pronuncia palabras en el idioma de los dioses, mientras la sombra de mi figura es absorvida por el cuerpo de Simón.
Poco a poco comienzo a sentir los dedos, el cuello, las extremidades. La larga melena pelirroja cae sobre mis hombros, haciendo cosquillas en la piel. ¡Vuelvo a sentirme vivo!
-Si deseas conservar el cuerpo, debes seguir mis instrucciones. Ahora espera aquí, hasta que te llame para que asciendas al castillo.
Continúa leyendo 212 Kerwin; la primera crónica, o visita el índice de Los reinos del sur,
la primera novela de la trilogía, El enigma de los dioses.