Nos sentamos una vez más en la Mesa Rectangular. Joel se ha ausentado unos días porque ha estado enfermo, pero ha regresado para ocupar el asiento de Sigan, que dejó el Consejo para ocuparse plenamente de Ozak, aunque de vez en cuando se pasa para comprobar que todo marcha correctamente.
-Cedo la palabra a Krhisten, señor de Tropolis.
-Los supervivientes de los suburbios se han convertido en un movimiento revolucionario bien estructurado y resentido por la política que empleamos. Suponen una amenaza para la estructura del sistema.
-No podemos continuar así. Cargamentos enteros han sido derribados, incluso han atacado a los soldados que vigilaban algunas minas para salvar a los esclavos. ¡Estamos perdiendo reservas y vehículos!
Krhisten vuelve a tomar protagonismo:
-No podemos controlar todo el perímetro de los suburbios, pero sí garantizar la seguridad de las naves. La Vieja Guardia deberá emplear toda su legión armada en escoltarlos.
La medida se pondrá en practica de inmediato.
Joel cede la palabra a Goor, que solicita impaciente el turno.
-Debo comunicar un asunto secreto, del que sólo algunos señores tienen constancia: Maguiltor se comunica con Frangul desde hace años -su comentario provoca la atención intensa de todos-. El emperador fue quien avisó a Darío de la necesidad de colocar cúpulas que regeneraran el aire. Gracias a esa confidencia ahora estamos todos sanos –Krhisten, sabiendo lo que va a decir, desvía la mirada pensativo-. Hace poco volvió establecer contacto, pidiéndonos nuestra ayuda en la guerra que mantienen contra los gull’s. El rey, representándonos, rechazó aportar nuestra ayuda. Su decisión es inapelable…
Varios murmullos recorren estancia.
-¿Qué deberíamos hacer nosotros?
-Recuerdo que El Gran Consejo de los Importantes es un gobierno secreto, capaz de asumir el control en caso de emergencia. -y la voz de Goor se eleva irrumpiendo como un estridor- ¡Solicito la aprobación de tal condición!
