188 Kerwin

La torre se eleva ante los ejércitos de Sir y Goor poderosa, inmensa, indestructible. Cada lado de la muralla continúa hasta donde la visión no logra alcanzar. Es roca maciza, dura como el acero, completamente negra. El esplendor del lugar es impresionante, sin embargo son sólo las últimas ruinas de lo que fue.

A lo alto, en el cielo, la sangre se esparce por el firmamento. La luna roja se levanta majestuosa, capaz de arrancar toda esperanza. La puerta de la torre se abre con un fuerte chirrido. Sólo el silbido terrorífico del viento, aúlla para dar la bienvenida a los valientes guerreros. El misterio y la angustia unidos en un futuro letal.

Los dos ejércitos avanzan en grupos, siempre detrás de Sir. Las tropas lo siguen sin pestañear, convencidos de que el cumplimiento de la misión devolverá la paz a los Reinos del Sur. Los pasos producen crujidos aterradores, al pisar el suelo cicatrizado de cenizas.

-¿Eso qué es? -pronuncia un guerrero.

De pronto, un gruñido ensordecedor resuena en la zona más alta de la torre. Los hombres se miran, asustados, pero no retroceden.

-Parece un guardián monstruoso.

Sir manda aumentar el ritmo. Una linterna alumbra la galería interior: una escalera de caracol asciende perdiéndose en la oscuridad. Las paredes tiemblan, hasta que ceden, derrumbándose. El poderoso techo se agrieta. La mayoría de las tropas logra cruzar la fortaleza, cuando el techo se derrumba, mostrando unos inmensos tentáculos. Grandes rocas caen, dañando a algunos guerreros y obstaculizando el paso a otros. De esta forma los dos ejércitos entran en el mundo gull, pero la salida queda completamente obstruida. Los hombres han caído en la trampa.

Cuando miran hacia delante se encuentran a miles de cadáveres que sirven de banquete a los cuervos. La especie gull vencida y arrinconada. Todos sus guardianes han caído víctimas del fulminante virus, que lleva su nombre. Cuerpos caídos, llenos de heridas y con las cuencas de los ojos vacías. Un gigantesco cementerio de monstruos. El pútrido olor de la descomposición es tan insoportable que la angustia domina a todos. Sin embargo, pese a la evidencia, Sir no se da por aludido y continúa adelante.

Entonces levanto la cabeza, pensando en la increíble revelación.

Continúa leyendo 189 Jonhy; la primera crónica, o visita el índice de Los reinos del sur,
la primera novela de la trilogía, El enigma de los dioses.
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