186 Kerwin

Una vez contamos con la mina, nos repartimos el trabajo, y comenzamos a tener nuestra propia producción. En la forja de la herrería, con el material extraído, creamos multitud de objetos, así como armaduras tanto para los caballeros, como para los caballos, además de las armas necesarias y las herraduras para los cacos. Los jinetes nos enseñan el arte de la equitación, para que todos contemos con un caballo y los beneficios que aporta. En el establo, contamos con yeguas obtenidas de una granja lejana, y como el invierno concluye, pronto la estación será propicia para acercar a los sementales. También contamos con otros animales de utilidad. Si nos hiciera falta podríamos sacrificarlos para comer, pero de momento con los sabotajes tenemos suficiente. En la alfarería creamos vasijas de barro cocido, así como cubiertos, para poder alimentarnos como personas civilizadas. Por último, hemos creado una carpintería, para fabricar mesas, sillas y demás utensilios. La materia prima la obtenemos de talar árboles y después la trabajamos con herramientas encontradas o fabricadas especialmente para el taller.

Agnes y Efrén regresaron a su hogar con varios hombres. Allí se preocupan de almacenar la comida y conservar el pozo con abundante agua. Las casas del pueblo han sido saneadas y muchos han decidido vivir allí pacíficamente. Será nuestro lugar para curar a los heridos. Agnes ha llenado su casa de medicinas, tanto de antídotos contra el virus, como antibióticos y jarabes. También ha cultivado plantas medicinales y cuenta con ciertos conocimientos para la curación. Efrén se muestra disgustado ante esta invasión, su fuerte carácter le impide reconocer que la alegría nos has invadido, pero sé que en el fondo se siente igual de contento que todos.

A pesar de todos estos progresos, no descuidamos la seguridad. En todo momento un pequeño grupo forma guardia, y mediante la técnica de la clarividencia, descubrimos los posibles peligros que nos acechan. Cuando uno es descubierto, tratamos de ocultarnos para pasar desapercibidos. Si se trata de un animal salvaje lo cazamos. Si es la Vieja Guardia, no llegan a vernos.

Tampoco hemos descuidado el ataque. Formamos expediciones bien equipadas, derribamos cargamentos y estudiamos la situación de los esclavos. Cuando tenemos la oportunidad, realizamos emboscadas con la total certeza de que lograremos nuestro objetivo sin bajas. Así crecemos y nos hacemos fuertes, pero las dificultades sólo han comenzado.

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