Mi escolta me conduce hacia los subterráneos del castillo, por donde hay un pasadizo donde comunica directamente con Ozak. Como el pasadizo se alarga demasiado, hay un vehículo subterráneo que lo cruza. Una vez montamos en él, en un par de minutos llegamos por el subsuelo a Ozak. Entramos primero en la roca, pero las pareces de piedra se convierten rápidamente en sólidas infraestructuras. Llegamos por fin a la sala preparada para albergar El Gran Consejo de los Importantes. Mi escolta me espera en la puerta, junto al resto de escoltas de los Importantes, y yo me uno a mis nuevos compañeros.
-Todavía falta Joel, pero no llegará -informa Sigan-. Se encuentra indispuesto.
-Comencemos nosotros.
Krhisten toma la palabra:
-Durante los últimos meses atravesamos una catástrofe sin precedentes. La magnitud de la tragedia ya se puede considerar de holocausto. Por suerte, la zona privilegiada no ha sufrido bajas gracias a las cúpulas que regeneran el aire, pero en los suburbios la mitad de la población ya ha caído, mientras la otra mitad se debate entre la vida y la muerte. Tropolis no puede ofrecer tratamientos para todos. Con todo esto, hemos perdido gran parte de la producción. Desde que se declaró el desastre las minas han sido cerradas, todo el abastecimiento ha sido cancelado y cualquier ayuda erradicada. La situación se encuentra en un punto tan crítico, amenaza con causar serios problemas a la zona privilegiada. No podemos descuidar la capacidad de las cúpulas, porque puede ser desbordada; ni podemos permitir que el virus destruya completamente los suburbios; pero debemos centrarnos en conseguir los recursos necesarios para funcionar con normalidad.
Se levanta e indica los objetivos con el dedo sobre la pantalla.
-La energía que aporta Carim se agotará si no recuperamos la producción de carbón. Los ejércitos de Sir y Goor no podrán armarse adecuadamente si no recuperamos la producción hierro. El abastecimiento alimenticio de Tatensul concluirá, cuando se agoten las reservas. Estas son nuestras prioridades.