Al regresar al salón de los festejos, me encuentro a muchos compañeros bailando de nuevo con las chicas de Elfas. El resto todavía no ha terminado su reunión con Darío. Poco a poco comienzan a llegar hasta que todas las chicas cuentan con su pareja. Al poco llega también Darío que se sienta en el trono.
-Hoy celebramos el solsticio de invierno, la noche más larga del año. Mañana comenzará un nuevo año lleno de proyectos e ilusiones. También es el día donde cumplís vuestra minoría de edad, celebrada con vuestra primera decisión importante: habéis elegido vuestro futuro. Os deseo suerte para que cumpláis vuestros objetivos -la voz del rey se muestra soberbia-. A partir de este momento, el sol regresará durante más tiempo cada día, hasta el solsticio de verano donde volverá a disminuir -ahora toma un tono melancólico-. Esta es una noche mágica, donde los sueños se pueden hacer realidad. Bailar y disfrutar, os hemos traído las chicas de vuestra edad más bellas de Elfas. ¡Que la semilla de la concepción bañe los cuerpos de las jóvenes vírgenes y la nueva generación prospere! El alba concluirá con el festejo. ¡A pasarlo bien!
Entonces las chicas se aproximan más aun a sus parejas de baile, embriagándonos en sus aromas. Noto como la que se encuentra conmigo acaricia mi cuello, mi piel, mis labios… El corazón me empieza a latir violentamente. La sensación de nerviosismo me domina. La chica me besa… Noto sus labios junto a los míos, una sensación maravillosa, un sinfín de sentimientos… Observo como ocurre lo mismo con cada compañero, como si fuera un ritual preparado para esta noche. El rey sonríe, las chicas se entregan, la felicidad me envuelve…
-Es vuestra fiesta. ¡Tenéis que pasarlo bien! -oigo a duras penas- Relájate.
Me entrego completamente. La chica me rodea con sus brazos, lentamente, consiguiendo mi éxtasis total. Mi visión se nubla, fruto de la total sensación de satisfacción. Mi piel se estremece, cada vez que su piel toca la mía, cada vez que su perfume… Sí… es algo en el perfume que nos obligan a dejarnos llevar, a sucumbir ante sus encantos. Intento apartarla de mi lado, escapar, pero es demasiado tarde: me tiene dominado completamente.