A media tarde llega el grupo de Efrén, tremendamente alterados.
-¿Qué ha ocurrido? -les pregunto.
-Patrullas de caballeros recorren las tierras -pronuncia a malas penas el exausto anciano-. Se han llevado al grupo que fue a por caballos.
-Lo sabemos. Hemos decidido ir a rescatarlos.
Efrén nos mira, con miedo.
-No lo vamos a conseguir -interviene el único aliado que han traído-. El conde cuenta con un ejército bien armado, fieles a él.
-Tenemos que intentarlo. ¡No podemos abandonarlos!
Agnes viene de camino con uno de los maletines metálicos. El anciano se alegra mucho al verla y corre a sus brazos.
-Que tome la medicina antes que nada.
-¿Eso qué es? -pregunta el nuevo.
-El antídoto del virus -le respondo mientras le acercan la ampolla-. Tómatela, te salvará.
El hombre se la toma inmediatamente.
-Insisto: no podemos hacer nada por vuestros amigos.
-Tenemos la cualidad de abordar la lucidez sin sufrir daños. ¡Algo podremos hacer!
-Sois una caja de sorpresas -finalmente cede-. Espero que los caballeros no sean tan crueles como dicen los rumores que circulan.