Al llegar a la sala donde se encuentran los señores, me recibe Sir con un caluroso abrazo.
-Bien, como te dije, te voy a presentar a los señores para que coseches amistades poderosas.
Me presenta uno a uno a todos los señores, insistiendo en aquellos que tienen un puesto en el Consejo para el inminente próximo año.
-Mañana os reuniréis por primera vez para formalizar el equipo -me comenta Sigan-. Yo seré el supervisor. Me encargaré de controlar que todo funcione correctamente.
Asiento, conforme. Todos parecen personas dignas de confianza. Cada uno cuenta con cierto respeto que otorga poder y confianza, además del estipulado por dirigir la ciudad correspondiente. Siento que la esperanza depositada en mí es muy grande y no puedo fallar. La crisis, bajo nuestro mando, debe ser eliminada. Será la mejor manera de agradecerles lo que han hecho por mí.
-Buenas noches. -me saluda Krhisten en persona.
-Buenas noches…
-Tenemos un duro trabajo por delante. Espero contar con toda tu inteligencia, porque nos hará falta.
-Por supuesto…
-Sí -interviene Sir-, para ello lo hemos preparado. Estoy convencido de que solucionará todos los problemas que surjan.
Krhisten lo observa con una mirada de furia. Se palpa en el aire la rivalidad de ambos señores. Son los máximos candidatos para sustituir a Darío cuando llegue su hora.
-Creo que deberías regresar con tus compañeros. -me propone Sigan que es el que se encuentra más pendiente de mí.
Así lo hago. Según salgo de la sala, una última mirada hacia atrás, me muestra la tensión que aumenta entre los dos. La situación es más grave de lo que me temía.