-¿Quiénes sois y qué hacéis en las tierras del conde? -insisten.
Ante esta adversidad, decido responder a sus preguntas. Nadie puede estar conforme con la devastación que sufrimos.
-Somos un grupo del movimiento revolucionario llamado llamado Los mártires del oráculo. El gobierno nos quería dejar morir, pero nosotros… nosotros hemos sobrevivido y nos haremos oír.
El capitán de los caballeros nos observa. ¿Habrá sido un error revelarles nuestras intenciones? Parece que sí.
-Apresar a los rebeles. El conde decidirá qué hacer con ellos.
Uno de los caballeros, descabalga y se aproxima a nosotros, estudiándonos.
-No llevan armas. Darme cuerda.
Otro de los caballeros le lanza cuerda enrollada, y este, la coge al vuelo.
-Las manos a la espalda. -ordena con la espada apuntando hacia mi garganta.
Así lo hago, yo y mis compañeros. El caballero nos hace un lazo en las muñecas y las aprieta fuertemente con un nudo. Entrega cada extremo a sus aliados y monta en el caballo.
-Regresemos al cortijo.
Por suerte, tienen consideración y la velocidad de su marcha no es demasiado exigente. La cuerda cae por detrás de nosotros, por lo que podemos andar normalmente. Pero nos sentimos humillados porque parecemos esclavos. Agachamos la cabeza y andamos hacia el norte.