142 Ariel

Después de un largo camino hacia las tierras del oeste, llegamos a media mañana al establo. Sólo encontramos un par de caballos heridos y un montón de cadáveres. Los cuerpos humanos ni siquiera tuvieron un entierro digno.

-No lo entiendo -comenta uno de los hombres-. Este establo tenía fama de contar con abundantes sementales. ¿Qué a podido ocurrir?

Revisamos minuciosamente las cuadras. No hay rastro de caballos. Debieron de soltarlos para que pastaran libremente antes de huir.

-Esto no me gusta. Los cuidadores jamás dejarían caballos heridos sin sacrificar.

Cuando encontramos el pajar, descubrimos que está vacío de heno y paja.

-Esto no tiene lógica. ¿Para qué querrían llevarse…?

-¡Tal vez hayan trasladado el establo!

Continuamos revisando el lugar un buen rato. Ninguna pista más que pueda ayudarnos a descubrir qué está pasando.

-Tendremos que utilizar la lucidez. -sugieren.

Mientras nos preparamos, desde el sur observamos una gran humareda. Observamos como más de un centenar de caballeros se aproximan al galope. Nosotros, sorprendidos, nos juntamos formando un estrecho círculo. La caballería nos rodea, apuntándonos con sus espadas.

-¿Quién osa cruzar las tierras del conde?

Continúa leyendo 143 Darío; la primera crónica, o visita el índice de Los reinos del sur,
la primera novela de la trilogía, El enigma de los dioses.
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