-¡Cuenta con nosotros! -se levantan Lumi, Ariel y Helen.
De esta bonita manera descubro que mis amigos están plenamente conmigo, incluso después de exponer mis ideas revolucionarias. Y no sólo ellos, Efrén y Agnes también se unen. Los demás se miran entre ellos, dudando. Demasiado sería ya.
Efrén se vuelve hacia sus vecinos y amigos, y les habla:
-¡Yo también era incrédulo! Habíamos decidido vivir nuestros últimos días con la mayor paz y felicidad posible. Pero estos chicos nos salvaron la vida y nos han infundido esperanza. ¿Qué vamos a hacer sino? ¿Esperar a la muerte? Lo que nos proponen no es un camino de rosas, lo sé, pero si morimos que sea por destapar la verdad y no por rendirnos.
Entonces los hombres se vuelven miran entre ellos, pero esta vez con renovadas fuerzas. En sus ojos crece la rabia y la convicción.
-¡No somos cobardes! Cualquier aportación que podamos hacer a este mundo, bienvenida sea.
Así comienzan a hablar unos con otros, hasta que finalmente todos deciden unirse al movimiento.
-Tendremos que recoger más medicinas… -comunica uno de ellos- conozco más gente que podrían unirse a nosotros.
-¡Por supuesto! -respondo enérgicamente- Cuantos más seamos… -y me lleno de valor para segurar…- más sobrevivirán.
-¡Tenemos que partir cuanto antes! ¡Cada segundo que pasa hay más muertos!