Antes de la cena salimos fuera a hacer los preparativos oportunos. Por las afueras del pueblo se aproxima un grupo de hombres. Salimos a recibirlos muy contentos. Se trata de Efrén y todas las personas a las que ha avisado de nuestras intenciones.
-¡Genial! Has traído a más de vente. -comenta Helen.
-Esperaba encontrarme con más, pero están muertos… -murmura con lágrimas en los ojos- Y no he querido alejarme demasiado.
-No te preocupes, son más de los que habíamos soñado.
Algunos se encuentran en mal estado, sucios y pudorosos.
–Agnes, prepara la cena para todos. No escatimes recursos, mañana traeremos más. Mientras se prepara el banquete de bienvenida, Vosotros os encargaréis de que se duchen y se aseen. Ya nos preocuparemos después de contarles todos los detalles.
Todos empiezan a moverse, obedeciéndome; excepto Ariel. Su mirada no se aparta de mí. Cuando los demás se alejan demasiado Ariel se acerca para hablarme al oído.
-¿Qué piensas hacer?
-Tengo preparado un discurso. Es lo mejor para elevar el ánimo cuando descubran a qué nos enfrentamos. ¿Cuento con tu apoyo?
-Sí. Tú eres el líder de este movimiento. Nadie mejor que un privilegiado renegado para encabezar la revuelta. Iré a avisar a los demás. Será mejor que estén informados de que vas a hablar en nuestro nombre.
Asiento. Pretendía que fuera una sorpresa, pero escuchando sus palabras es mejor que estén al tanto. Espero no tener que defenderme delante de los míos.