Fuente de placeres condenados al deseo. Derroche de locuras amarradas al destino. Tu voz es un veneno que me eleva al cielo. Eres la mirada oscura que me aprisiona en su mundo. Eres la sal en la herida, dolor en las entrañas. Fuiste espejo y alma para prisión de los sentidos. Huracán abismal en la piel, que atrapa sensaciones tan profundas como desgarradoras.
Estuve toda la vida sin el fuego en mi corazón, ni la magia del alma, pero cuando te conocí el silencio derribó barreras para mi tormento. Encontré un pensamiento infinito para la mente, la obsesión total. Fuiste una gota de veneno cruzando mis venas, letal como la muerte e intensa como la canción que me inspira. Fuiste enigma para mis dudas y confusión para mi razón. Pero ante todo amor para mis debilidades y esperanzas para mis torturas. Te amé obligado por las sensaciones, anclado al puerto de tus encantos. Te amé de forma destructiva, ya que no hacía más que perjudicarme en un intento de acariciar la luna. Fuiste mi meta inalcanzable y mi pasión escrita. Tú, me dejaste sin aliento con el primer encuentro. Tú, me sumergiste en un mar de estrellas que pronto desaparecería. Dejaste tus huellas en mi camino para desaparecer al intentar seguirte. Me dejaste suspirando por ti, por la imagen de una fantasía irrepetible. Engaño sutil de los sentidos. Sutil sí, tanto que con sutileza me roba el aliento, y la vida.
Te fuiste, dejando un vacío que me ahoga por dentro. Te fuiste, con mi alma entregada a ti, con mi ilusión caída al abismo. Me dejaste, contando estrellas y llorando lunas. Me dejaste, con un sentimiento de culpa que me arrebata la sonrisa. Muriendo cada día un poco más, apagando mi aliento y despojando mis flores de esperanza. Entristeciendo al recordar aquella maravilla que se clavó en mí, y aun no sale. Espina que permanece en cada uno de mis pensamientos, ofreciendo remordimientos implacables.
Mar de estrellas que no consigo apartar de mis pupilas. Cuando vi tu mirada, lluvia de reflejos empañaron el existir de tu magia. Fue un impulso del alma, atrayéndome hacia la tuya, haciendo estallar nuestro encuentro. Pero al esfumarte lo hiciste con la llama que atraía los polos opuestos, resultando así, un cuerpo que ama con cada célula a la ausencia y un conjunto de fuerzas intensas arrastrándolo hacia la muerte, el puente hacia la unión de mares de estrellas, donde las almas se sienten seguras. Tú eres el mar y yo las estrellas.