Tiempo: Un reflejo del alma

Lo que hay a continuación es una parte de mi alma, un suspiro eterno en la agonía del alma, donde mueren los sentimientos más profundos del corazón. Es una parte de mí, la que no se ve, pero que más me hace sentir y entregarme al abismo. Por un amor…

Por un momento creí que el espejo, la fuente de mi deseo, colmaría mis sentidos arrebatándome todos los sentimientos que me han impulsado a escribir poesías tristes. Cruzó un destello de paz que colmó el rumor y tapó con miles de sensaciones agradables que no hacían sino dar tregua al clamor, a la ausencia de amor. Pero ahora, ahora el velo se ha descubierto y se muestra la herida, el silencio que aumenta la sensibilidad del corazón.

Me siento atrapado, atrapado sin poder respirar. Y vuelvo, vuelvo al pasado, al recuerdo de lágrimas, de mitades que se van. Aun así yo me condeno al abismo, al huracán de nuevas sensaciones, al amor. Porque soy presa del tiempo, al no querer olvidar, pero con el reloj contando horas en un vacío incesante, una tortura eterna. Esperar es el camino, el método para reencontrarme. Pero también es la senda del dolor y la vía hacia el blanco, donde esperan las poesías para ser escritas.

Me pides tiempo. El tiempo ya era una espina antes de conocerte ya ahora es un muro, la barrera que me separa de la felicidad. Los suspiros se escapan, las palabras se murmuran y los rumores me ahogan, con el tiempo que se congela. Ya son historia, pero esa historia me estalla en los recuerdos para anclarme en la espera. Un segundo, un minuto, una hora que me arrastra a pensar, a contar demoras en el borde del abismo.

Muero, porque deseo atrapar la felicidad, deseo cruzar la barrera aunque me suponga la vida y ver que hay detrás de la puerta, debajo del papel de regalo. Pero al no tenerlo, al no saber que hay y al tener que esperar, me supone un nuevo sentimiento, peor que el de ser rechazado.

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