De nuevo estamos aquí un día más para regalar una nueva poesía, esta vez incluida en Magia y alma. Es una prosa poética sincera, sacada de lo más profundo del corazón. Es mi esencia desnudada, para los amantes de las metáforas.
Salva mi vida: dame tu perdón
Sin tu perdón cuando pienso en ti mi paz quiebra en un mortífero lamento que carcome cada milímetro de mi interior. ¿Cómo adivinar el milagro que fusionó mi alma y arrancó mi estremecimiento? Te siento tan fuerte atada a mi piel, a mi dolor, que no tenerte me arrastra a la orilla del infierno. Sin tu cara de luna, es mi realidad que se derrumba en pedazos de lágrimas. Sin tu voz sonando en mí, me falta la mitad que tanto me incapacita. Sin ti me encuentro ausente.
Te necesito cerca, sino me falta el oxígeno que tanto necesito para pensar. Eres la melancolía que se ha cebado en mí, la tormenta que sólo arrasa donde yo estoy. Eres el terremoto que sin haberse producido ha incrustado el temblor en mis emociones, memoria saturada de ti. Necesito tanto tu perdón que ahora que lo no lo tengo no vivo, sólo me consumo en la angustia de haber marchitado la única flor que vieron mis ojos.
Mi paz interior se desvanece para no producirse más. Mis ojos son lágrimas que de tanto llorar en manantial de agua se han convertido. Mi sentimiento me araña y es tan grande que lo siento apretar mi piel desde dentro. ¿No lo entiendes?
Mi capacidad de alegrar cede ante un impulso incesante de calmar mi dolor. Mi orgullo ha caído derrotado: mi bondad reina. Pero no puedo ceder en la distancia y mantenerme callado, no puedo. Pues gritar no me complace. ¡Tu nombre rebosa justicia!
En los caminos de los albores yo me estremezco. A un lado la luna brilla fuerte y al otro la dignidad: no puedo elegir yo. Son mis pasiones que mueven mi voluntad. Tú eres el horizonte donde caminan mis pasos y tu perdón es mi objetivo. No pararé hasta que una sola célula mía se sienta recompensada por tanto dolor que me has causado. Mi orgullo ha caído, pero me arrastro, así puedo continuar hacia ti, humillado. Yo estoy roto y tú eres mi mundo partido. Necesito reencontrarme con mi felicidad.
La desgracia ha caído sobre mí arruinando mis letras. ¿No lo ves? Mas triste no puedo escribir y te lo debo a ti, a tu debilidad para romper la magia, en aquel maravilloso día. Pero es que al no hacerlo confundiste mi alma y ahora no soy el mismo. Dame tu perdón porque sino no podré cambiar el rumbo y pensar en otra cosa que no seas tú.