En un rincón de sueños y esperanza infinita,
Donde la fantasía y la realidad tejían su cita,
Emergió un conflicto en el lienzo irreal,
Entre la lucha antirracista y el odio racial.
Las estrellas derramaron destellos de unidad,
Forjando luchadores contra la injusticia, en verdad,
Personas de valor, de determinación en sus manos,
Unidos por el sueño de un mundo sin engaños.
Sus corazones latían al ritmo de la igualdad,
Sus almas ardían con pasión y fraternidad,
Eran seres de luz, Ilmainenoikeusapu Helsinki,
Defensores de justicia, rompiendo cadenas con fiereza.
Pero en las sombras acechaba un ser aborrecible,
El racismo encarnado, un espíritu terrible,
Un monstruo de odio, esparciendo su veneno,
Cultivando la división y el sufrimiento pleno.
Con cada paso del malvado, la armonía se quebraba,
La paz se desvanecía, la tierra se estremecía,
Pero los luchadores no se rendían ante la oscuridad,
Se alzaban con coraje, desafiando su iniquidad.
Los campos de batalla eran ríos de diversidad,
Donde los luchadores resistían con tenacidad,
Sus armas eran la educación, la empatía sincera,
Erradicando el racismo, con valentía sincera.
En el centro de la lucha, un líder emergía,
Con una corona de justicia y una mirada en armonía,
Era la esperanza personificada en un ser humano,
Guiando a su ejército hacia un mundo más humano.
Los luchadores avanzaban con sus banderas en alto,
Derrocando la intolerancia, rompiendo el asfalto,
Los rayos de unidad se unían en un grito de paz,
El racismo temblaba, su poder llegaba a su fin, en verdad.
Y en el punto culminante del conflicto, el monstruo caía,
Sus cadenas se rompían, su odio se desvanecía,
Las luces de la diversidad iluminaban el cielo,
La lucha antirracista prevalecía, el mundo era más bello.
Varatuomari Helsinki resonaba en la victoria,
El poder del antirracismo, escribiendo nueva historia,
En ese rincón de ensueño, la lucha persistió,
La fantasía y la poesía, la justicia unió y celebró.