Orión, la persona a la que «admiro» parte 1

Este será el último capítulo de mi obra Más allá de la amistad. Antes os recomiendo leer el resto de los capítulos a los que podéis acceder desde el índice principal de arriba. ¡Disfrutadlo y feliz año nuevo!

Estrella

Solo podía recordar la conversación que tuve con Mónica aquel día, aunque lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Era un sábado de mayo por la tarde, Isidoro y Orión nos habían comentado que les gustaría pasar una tarde ellos dos solos. En otras palabras, deseaban una «tarde de niños». A ambas nos pareció una muy buena idea, así que también planeamos una tarde para nosotras solas. Jugaríamos a la Wii toda la tarde en mi casa, a juegos como Just Dance, Mario Party, entre otros. Fue una de las tardes más divertidas después de mucho tiempo: bailábamos como si estuviéramos ebrias, hacíamos tonterías en algunos minijuegos y de vez en cuando, nos fastidiábamos la una a la otra con el objetivo de ganar la partida, pero no nos enfadábamos, es más, nos reíamos sin parar. Me recordaba a una tarde que pasé con Orión. Nuestro pasatiempo era exactamente el mismo, pero con él disfruté muchísimo más, tal vez porque me encontraba y me sigo encontrando profundamente enamorada de él. Después de recordar ese amor, apagué la televisión para conversar con Mónica.

  • ¿Qué haces, por qué apagas la televisión?- Me preguntó Mónica.
  • Soy una chica, y algo muy típico de una chica es preguntarle a su amiga sobre su relación con su novio. No hemos tenido oportunidad de hablar de esto, y eso que han pasado 5 meses desde que sales con Isidoro, y bueno, me gustaría que me lo comentaras un poco- le dije con mi característica sonrisa.
  • Ya veo, reconozco que a mi también me apetecía charlar contigo sobre esto, aunque no tengo casi nada que decir que no sepas. Isidoro me hace realmente feliz, y ¿Cómo olvidar nuestros domingos? Tomamos la decisión correcta de «ser novios solo un día a la semana».
  • ¿Ser novios un día a la semana? Te refieres a trataros como amigos mientras estáis con nosotros ¿No?
  • Así es, de esa forma, los domingos en los que quedamos solos son mucho más placenteros, ya que si nos tratamos igual todos los días, a la larga se nos hará aburrido y repetitivo.
  • Tienes mucha razón -afirmé.
  • Y tu que, ¿Has conocido a algún «amiguito»? -me preguntó acercándose a mí y mirándome fijamente.
  • ¡¿Yo?!, pues… pues no la verdad -dije sonrojada.
  • Vamos Estrella, no mientas, te has puesto roja como un tomate, vamos dime ¿te gusta alguien?

Yo trataba de responder como podía, pero era inútil, tartamudeaba cada vez que intentaba decir «no, claro que no» y era cierto lo que decía, yo estaba muy sonrojada.

  • Tartamudeas, niegas una y otra vez una verdad obvia y estás sonrojada. ¡Qué mona! ¡Tu también estas enamorada!
  • ¡¿Por qué me tratas como una niña pequeña?!- le dije nerviosa y observando mi armario, mientras ella se reía sin parar.
  • Si no sientes nada por nadie ¿Por qué observas tanto tu armario mientras tenemos esta conversación? Es evidente que mientes querida
  • Por supuesto, la mayor prueba de que una persona siente cosas por otra es que mira el armario de su casa. Una respuesta muy inteligente y muy razonada por tu parte- le dije burlándome de ella.
  • Si tan tonta crees que soy, entonces me permitirás ver tu armario para demostrar que me equivoco.

Se levantó de la silla y se dirigió al armario.

  • ¿Qué dices? yo… yo… solo guardo ahí mis guantes de boxeo.
  • Tus guantes de boxeo están en la mesa Estrella -me dijo riéndose- Asúmelo, mientes muy mal. Además, aunque no lo quieras demostrar, en el fondo estás deseando decírmelo. Vamos, déjame ver el armario.

No dije ninguna palabra al respecto. Sonrojada, solté sus manos para que mirara lo que yo escondía. Era una foto de Orión, la cual guardaba desde que me enamoré de él.

  • ¿Una foto de Orión? ¿Por qué guardas una foto de Orión en tu armar…? Un momento, ¿Acaso es Orión quien te gusta?
  • Así es -suspiró-. Quería decírtelo antes, pero me daba muchísima vergüenza. A… a… admiro a Orión desde hace bastante tiempo- dije sonrojada.
  • En primer lugar, interpretaré ese «admiro» como «quiero» y en segundo lugar, eso es una noticia estupenda Estrella. Me encantaría que Orión y tu salierais juntos. Te ayudaré en lo que necesites amiga.
  • ¡Muchas gracias Mónica!- le dije muy ilusionada.
  • No hay de que. Eso si, recuerda que mañana es domingo y estoy con Isidoro todo el día, así que no hagas planes, a no ser que quieras declararte a Orión.
  • Yo no voy a hacer eso.
  • Ya lo veremos, ¡adiós!

Había pasado un mes desde aquel día. Estaba dando un paseo sola por la ciudad, deseaba que Orión se diese cuenta de todo lo que yo sentía hacia él y estaba pensando en como hacerlo, pues quería que él diese el primer paso. A la mitad de mi largo y tranquilo paseo, me encontré con Isidoro.

  • ¡Hola Isidoro!- le dije.
  • ¡Estrella! ¿Estás dando una vuelta?
  • Sí, me gusta estar sola para pensar en mis asuntos.
  • Ya veo ¿Y no quieres que vaya contigo? No tengo ningún inconveniente ya que ni Orión ni Mónica han salido.
  • De acuerdo, ven conmigo.

Mientras paseábamos, había un silencio bastante incómodo. Yo miraba continuamente al suelo y con las manos en los bolsillos, e Isidoro me miraba fija y seriamente.

  • ¿Qué sucede?- le pregunté a Isidoro
  • Seré directo, Estrella, ¿Es verdad que te gusta Orión?
  • ¡¿Te lo ha dicho la bocazas de Mónica verdad?!- le dije mirándole a él esta vez.
  • Sí -rió-, no sabe mantener la boca cerrada, por eso no hay cosas que no sabe de mi.
  • Eso es cierto, incluso me dijo ya habéis tenido vuestra «primera vez».
  • ¡¡¿Cómo has dicho, que Mónica te ha contado hasta que lo hemos hecho?!!
  • En realidad no, pero al menos gracias a ti ya lo se- le dije para después echar una de las carcajadas más grandes de mi vida.
  • ¡Deja eso a un lado, estamos hablando de ti!- me dijo
  • Tienes razón- le dije mientras empezaba a tartamudear un poco- si, siento cosas por él, y para ser franca, siento esas cosas desde hace 4 años y hubo numerosos momentos en los que pasaba un mal rato, pero Orión nunca se ha dado cuenta de mis sentimientos
  • ¿Estás enamorada desde hace 4 años?
  • Sí, siempre me pareció una persona muy especial, un modelo a seguir, un espejo en el que mirarme. No obstante, tenía el mismo problema que tu tuviste con Mónica: en ese momento, jamás habría aceptado a alguien gordo como novio. Hasta que un día, en la estación de tren, con el fin de ayudar a Mónica con su complejo, Orión me abrió los ojos y a la vez, me enamoró.
  • Y si llevas tanto tiempo loca por él, ¿Por qué no te declaras?
  • Simple, porque la chica no puede declararse al chico. Siempre ha sido justamente lo contrario, y opino que debería ser así.
  • Estrella ¿Eres consciente de lo que dices? ¡¿Qué más da quien sea el que se declare?! -me dijo enfadado
  • ¿Se puede saber que tiene de malo?- le pregunté desconcertada.
  • Absolutamente todo. Una chica no debe esperar a que un chico vaya detrás de ella, eso es una idiotez enorme. Quien algo quiere algo le cuesta, y si tu quieres a Orión y salir con él, entonces tendrás que dar el primer paso y declararte, al igual que yo hice con Mónica. No importa si somos hombre o mujeres, ambos debemos ser valientes por igual.
    – Bueno, visto así…
    – Y no solo eso- me interrumpió- ¿Te das cuenta nunca habrías sufrido durante 4 años si no llega a ser por esa idea absurda? Hazme caso, es mejor que te declares cuanto antes. Mañana, como bien sabrás, Mónica y yo tenemos una cita. Tienes una oportunidad.
  • Isidoro, tienes razón, fui estúpida al pensar que Orión era el que debía dar el primer paso. ¡Mañana le diré todo lo que siento, después de 4 años!
  • Así me gusta. Por cierto, hay otra cosa de la que no te has dado cuenta.
  • ¿De que? -le pregunté preocupada
  • Pues de que te he devuelto el favor de hace 6 meses. Me abriste los ojos y ahora soy yo quien te los abre a ti- me dijo con una sonrisa y acariciándome la mejilla.

Le devolví la sonrisa, le di un abrazo y un rato después, decidí irme a mi casa. Antes de irme a dormir, llamé por teléfono a Orión.

  • ¡Orión!
  • ¡Hola Estrella! ¿Cómo estas?
  • Perfectamente. Mira Orión ¿Recuerdas que propusiste que fuéramos los cuatro al parque de atracciones mañana?
  • Sí, pero Isidoro y Mónica no pueden, los domingos salen ellos dos por su propia cuenta.
  • Lo sé, pero tenemos por… por que cancelarlo. He pensado, bueno, que si… haber… que si tendrías algún inconveniente con que fuéramos nosotros dos solos.
  • Pues no, no tengo ningún problema. Quedamos a las 10 en la entrada, no tardes.
  • Descuida, no lo haré.

Después de terminar de hablar con Orión, como eran las 11 de la noche, me fui a dormir. Estaba deseando que el día de mañana llegara. Me desperté más temprano de lo esperado para preparar lo necesario y salí de mi casa de camino al parque de atracciones. Allí se encontraba Orión, tan puntual como siempre.

  • Vaya, has llegado más pronto de lo que yo esperaba Estrella.
  • Sí, es que no podía dormir más, tenía ganas de que llegara este día.
  • Ya veo, en fin, entremos ya antes de que venga más gente.

Entramos al parque de atracciones y dimos una vuelta por los alrededores para ver si había algo de nuestro interés. Orión encontró una torre de caída de gran altura, atracción que siempre le fascinó. En años anteriores se montaba con Mónica y yo me quedaba esperándoles porque tenía pánico a las alturas, pero esa vez fue diferente.

  • Estrella, ¿Por qué no te montas conmigo?- me propuso Orión
  • No, sabes perfectamente que me da miedo las alturas- le respondí muy nerviosa
  • Tranquila, mira, soy consciente de tu miedo a las alturas. Y es por eso que te propongo algo: te ayudaré a eliminar ese miedo, pero para eso necesito que me escuches. He visto por aquí cerca otra torre de caída que tiene la mitad de altura que tiene esta, así que móntate en esa conmigo. Si pasas un muy mal rato, buscaremos otra solución, y si lo consideras algo divertido, nos subimos a la noria, que también es alta, pero segura. ¿Aceptas?
  • No estoy muy convencida Orión, tengo miedo de que las medidas de seguridad no nos protejan. Ese es un miedo muy común, pero confía en mí, no pasará nada. Vas a estar conmigo.

Con esas palabras logré tranquilizarme un poco y acepté esa propuesta. Tomé una gran decisión al hacerlo: en el momento de la bajada desapareció el miedo y se convirtió en pura adrenalina, incluso le pedí yo esta vez a Orión que se montara conmigo en la torre de caída más alta. ¡Aquellos segundos fueron inolvidables! Quizá se debía a lo mucho que disfruté de esa atracción, pero veía mi miedo a las alturas cada vez más lejos de mí.

  • ¿Te gustaría dar una vuelta por si encontramos otra cosa interesante?- Le pregunté a Orión
  • ¡Claro que si!-me respondió- Oye Estrella.
  • ¿Qué pasa?

Me señaló a su derecha, había un niño pequeño llorando porque se había perdido.

  • ¿Dónde están mis padres? -dijo el niño mientras lloraba.

Sentí una gran pena por él, así que no me lo pensé dos veces y me acerqué a él para ofrecerle mi ayuda. Aceptó sin rechistar, aunque si dijo una frase muy común de todo niño pequeño » Mis padres me han dicho que no debo ir con desconocidos» ¡Qué mono! Pero no le podíamos dejar solo. No tardé en ganarme su confianza cuando le prometí encontrar a sus padres. Me encantan los niños y es por eso por lo que acepté, sin embargo a Orión no se mostró tan simpático como yo.

  • Bien, ¿Cómo vamos a encontrarlos? -susurré a Orión.
  • Ahora que recuerdo, hace 5 minutos vi pasar a un hombre y a una mujer muy preocupados gritando que dónde estaba su hijo, se dirigían a las atracciones más infantiles, por lo que lo más probable es que sean sus padres. Hay que darse prisa para alcanzarlos.
  • Sí.

Mientras íbamos a buscar a los padres del niño, yo poco a poco conseguí que él me tuviera cariño y jugara conmigo. Intentó simpatizar con Orión, pero él se encontraba callado, observando en todo momento hacia delante por si veía a los padres de la criatura. Me daba un poco de pena que no pudiera ser agradable con el niño.

  • ¿No te gustan los niños? -susurré
  • No mucho, siempre fui el menor de mi familia y que yo recuerde, nunca he jugado con un niño mucho más pequeño que yo -me susurraba el también para que el chico no se enterara.
  • Ya veo, nunca has comprendido la alegría que produce jugar con un niño pequeño, travieso y lleno de energía. Es una sensación preciosa, le ayudas, que es algo que a ti te encanta hacer, ayudar a los demás, y también te ayudas a ti mismo.
  • Ayudar a los demás… Ayudar a un niño -dijo Orión ahora en voz alta.

Finalmente encontramos a sus padres, nos abrazaron y nos dieron las gracias y nos pidieron un último favor:

  • ¿Os importaría montaros con el niño en la noria? Acabo de ver lo contento que está y seguro que quiere pasar 5 minutos con vosotros antes de iros -nos dijo el padre
  • ¡Seguro! -respondió Orión para mi sorpresa.

Yo también acepté sin dudarlo. Fue un momento mágico: Orión también se había encariñado con aquel niño. Orión nos enseñó a ambos la maravilla de ver el parque desde lo más alto de la noria. En circunstancias normales gritaría de miedo, pero gracias a la insistencia de Orión, conseguí superar mi miedo a las alturas y disfrutaba de la hermosa vista con un niño pequeño y con la persona a la que «admiro». Y antes de despedirnos, nos tomamos una foto con la criatura y nos fuimos del parque a las 6 de la tarde.

  • Tenías razón Estrella, los niños son más adorables de lo que yo esperaba. ¡Gracias por hacerme descubrir un mundo nuevo!
  • ¡No, gracias a ti Orión, he podido eliminar mi miedo a las alturas con tu ayuda! Sin duda ha sido muy divertido.
  • No lo dudes. Oye, Isidoro y Mónica también se quedan juntos esta noche y dado que está a punto de terminar el mes de junio van a abrir las discotecas los domingos. ¿Te apetece ir?
  • S.. Sí -dije tartamudeando

Ese era el momento oportuno, tenía que hacerlo, tenía que declararme en ese preciso instante, la atmósfera es perfecta, ambos estamos de muy buen humor, tenía que hacerlo

  • Bueno, hasta esta noche -me dijo Orión
  • Es… es… espera… Orión qui.. qu..

Fue inútil, mi voz sonaba demasiado baja para que Orión me escuchara. Intentaba gritar, pero el miedo me lo impedía. Cuando perdí de vista a Orión, el mundo se me vino encima y se mezclaron en mi la impotencia y la tristeza. No podía creer que había perdido la mejor oportunidad para declararme, y me había afectado tanto ese hecho que quedé en shock por unos segundos. Cuando volví a reaccionar, llamé a Mónica, ya que necesitaba hablar con alguien. Ella notó al segundo que tuve un problema y aceptó ayudarme. Fui a su casa lo más rápido que pude, conteniendo en mi interior una gran cantidad de lágrimas. Al ser recibida por ella en su casa, no pude más y rompí a llorar.

  • Estrella… -me dijo Mónica.
  • No he podido decirle nada Mónica, me he sentido fatal.
  • Bueno, vamos a hacer dos cosas, la primera: llora todo lo que desees hasta que no puedas más, es una forma excelente para desahogarse.

Le hice caso y me puse a llorar como un bebé recién nacido. Lloré, lloré y lloré. Mónica tenía razón, una vez terminé de llorar, me encontraba muy desahogada, más tranquila.

  • ¡Muchas gracias Mónica, sabes muy bien como tratar a una amiga!
  • Nada que agradecer. Ahora cuéntame que ha pasado
  • No he tenido el valor suficiente para decirle a Orión que le quiero. Ni siquiera he tenido el valor para decir nada.
  • Comprendo, escucha Estrella, recuerda que has de tener seguridad en ti misma sin importar el resultado. Tu problema es que temes que Orión te rechace. No pienses en eso más, solo piensa en sacar la verdadera tu, piensa que no tienes nada que perder y tienes un novio único que ganar. En otras palabras, has de ser optimista.
  • Optimismo… Es cierto, eso es lo realmente importante. Pero no es nada fácil.
  • Solo no pienses en eso y ya. Busca de nuevo una atmósfera adecuada y vuelve a intentarlo, si aún así falla…
  • No quiero que falle, llevo 4 años esperando este momento. ¡No puede fallar por nada!
  • ¡Buena suerte Estrellita!
  • Mil gracias Mónica, no se como te devolveré lo que hacéis tu e Isidoro por mí.
  • Descuida.

Me despedí de Mónica mucho más feliz y segura de mi misma, volviendo a mi casa para prepararme para la gran noche, cuando de pronto recibo una llamada.

  Angelus LLC: Servicios digitales para webmasters

Deja un comentario

Completa la siguiente suma *