La lágrima recordada es una historia corta, segunda parte de Silvana, Ángel y el ángel. Si disfrutaste de esta bonita poesía, te invito a leer su continuación. Seguro que seguirás disfrutando. En esta ocasión el autor recuerda uno de los episodios más amargos de su vida.
Dame una lágrima más, que quiero naufragar en tus ojos, acariciar el dolor más poderoso que conocí. Dame tu mirada, que aun me pierdo en aquel infierno. Dame, aunque sólo sea una vez más, esa sensación que sentí, aun entregándome al vacío. Aun sabiendo que me rompo, como aquel reflejo de tus ojos, como aquella lágrima que me desquició por dentro. Quiero regresar al borde del abismo, porque sólo así logré mi más preciado tesoro. Quiero morir en tus ojos, que sólo el transmitir las sensaciones al límite de la cordura, puede salvarme de la quema.
Lo suplico al cielo mismo, que hoy vivo por recordar lo que fue, lo que sigue siento pero fuera de mi visión, lo que devastaría mi cuerpo. Entrégamelo en una foto, que quiero ser cómplice de tus admiradores. Ese sol que me dejó ciego en este mundo para locos. Ese delirio que me trasladó a verme escribiendo versos inverosímiles, desafiando la mismísima realidad. Ese veneno que derramas, el más intenso de los amores, de los sentimientos. Ese huracán que me encontró las entrañas, esas que se unieron a la debacle. Entrégame una foto, que quiero tenerte calentando mis recuerdos siempre, para siempre poder superar estas frases conectadas con mis pensamientos. Para que pueda mirarte a los ojos y con tu mirada de fuego, quebrarme frente a la imagen y sintiendo el pasado, dejar caer lágrimas de dolor, de amor, de perdón. Para hacer un nuevo viaje al mundo oscuro que me vi sumergido, en tus ojos. Ese mar de fuego que bien representé sobre aquella historia de tres personajes y un pensamiento en el vacío, que me sirve de suplicio, puente para la magia. Me sirve de agonía suprema, porque al leerla, las letras se incrustan en mi mente produciéndome el mismo efecto que cuando tu mirada regresa a mis recuerdos. Al leerla, el mar en lágrimas ahoga cada pensamiento mío y produce un nuevo lamento al que rendir cuentas. Un nuevo viaje al fuego eterno que supone tu mirada, que suspiro cada vez que lo supero. Un padecimiento constante que me impulsa a mantener viva la leyenda latente de mis historias de amor.
Se trata de encontrar el camino para enamorar con un instrumento carente de esa cualidad, pero que al unirse de una forma intensa, la palabra cobra vida. Puede que sea una pesadilla constante que se aloja en lo más profundo de la mente y te paraliza, con los ojos abiertos de miedo frente al papel. Pero es mi mundo y mi secreto contarlo, y aunque sufra con cada palabra fusionada con lágrimas de mis ojos, testigos mudos de tu merecido recuerdo, merece la pena forzar al corazón para conseguir poesías en prosa de este calibre.
Ahora, al acabar, una enorme satisfacción recorre mis venas. La única manera de alcanzar el límite de mi alegría sería que aquellos ojos que anclaron mi visión y mi memoria en aquel autobús, consideraran saldada aquella deuda que comenzó con palabras mías, que al no ser escritas, desataron el desastre del que aun hoy hago alusión.