Un abismo de dolor, con disfraces de pesadilla y un alma errante. Descubre otra de las poesías más profundas y sinceras del corazón. Un pobre sentimental, poeta y vagabundo de sentimientos. El cristal deja traspasar las sensaciones, con metáforas de desamor.
Sé que entre nosotros hay un abismo, dos mundos diferentes y un universo que nos separa. Sé que no soy nada que consiga llamar tu atención, pero mírame: Estoy entregado a tu dolor y a tus engaños. Mírame, porque yo estoy aquí para estar a tu lado, para ser el iluso al que engañas y el enamorado al que no le dejas tocar tu cuerpo.
Puedo ser incluso tu esclavo, tu confesor o tu guardaespaldas. No tengas miedo de afrontar la realidad, para mí será más duro escuchar que para ti hablar. No utilices máscaras, que siendo tú misma cumples mis sueños y descartas mis pesares. Eres mi conexión con el mundo oscuro de la realidad, aquel que escondes en tus recuerdos y te niegas a creer. Eres mi alma, que vagabundea buscando su lugar en el mundo. Eres la vida, enciendes mi ilusión y devuelves mi aliento perdido.
No sé si te has dado cuenta, pero con tu compañía no soy yo quién trata de ayudar a alguien, sino tú que consigues que regrese al cielo, como aquella vez que me fascinó aquella chica de melena rubia. Aunque como todo, el cristal tiene doble filo y mis pensamientos tristes palabras. Ves que todo sigue igual, aun tu sin melena y yo desesperado. No tienes por qué disimular la verdad. Tú eres así y qué, también tú me subestimas, aun siendo un pobre sentimental.
Así, de esta manera, confesando mis más íntimas palabras a una desconocida a la que trato de ayudar, para poder liberarme así de una carga que soporto desde hace años. Soy yo quién la necesita, repito. No será más fácil para mí escucharte, ni aunque calles con la mirada perdida al fondo, aun habiendo palomas o una calle donde pasen coches. Y no es más fácil para mí contar esto, que arrojarme al vacío. Tu recuerdo de los último días me despoja de intenciones que de vez en cuando cruzan mi martilleada cabeza. Seré tuyo hasta que te canses de mí, pero hasta entonces aportame eso que tanto necesito, eso por lo que he acudido a ti.
Ahora que estoy frente a ti, en estas letras, lo siento presente, me ahoga poquito a poco. Déjame comprenderte, entrar en tu vida como un invitado ausente, mirar el espectáculo desde fuera del escaparate. Sólo así podré liberarme de esta caída tan grande que es vivir agonizando por no saber ayudar a quién viene a mi puerta con los ojos llenos de lágrimas. Permíteme esta súplica mía, porque con cada demora muero por dentro. Cada día me siento un poco más triste, mi sueño se aleja. ¿A caso por venir a ti, intentando hacerte feliz, no es motivo suficiente para que me dejes intentarlo? ¿A caso no te estoy emocionado con estas palabras?
Con mi corazón en un puño y mi infierno personal en otro, te miro, esperando una respuesta. Tal vez sólo te espere condenado sin ti al otro extremo del mundo. Sólo una conversación de vez en cuando, cada cierto tiempo, al unir nuestras miradas. El mundo será un lugar mejor para mí, y mis escritos gozaran de chorros de energía. Dime que lo comprendes y estás dispuesta a concederme una oportunidad, para que las puertas del cielo se abran a un infeliz. Un genio de las tristezas. No tengas miedo de afrontar la realidad, para mí será más duro escuchar que para ti hablar.