La catástrofe ha alcanzado un calibre desolador. Los suburbios del Reino de Rasel han caído bajo su telón de sangre y el Reino de Elfas ya cuenta con la mitad de sus asentamientos infectados. La epidemia se extiende por doquier, hacia el este y hacia el oeste, pronto el resto de reinos habrán sucumbido ante el desastre.
Por si esto no fuera poco, no hay rastro del ser encapuchado que hace unos días cruzó la frontera de Rasel. Hemos recorrido todos los pueblos posibles y ningún habitante nos ha dado ninguna pista. Parece como si se lo hubiera tragado la tierra. Lamentablemente me temo que se trata de una estrategia enemiga y lo que es peor de todo: ya sólo nos queda esperar a que hagan la primera jugada. Y tenía que ser justo ahora, cuando mas vulnerables nos encontramos. Nuestra debilidad consiste no sólo en la crisis que atravesamos, sino en una división política. Los partidarios de Darío lo siguen ciegamente, a pesar de saber que la guerra es la mejor solución para eliminar la amenaza externa. Nuestros enemigos no resistirían una ofensiva de uno de los tres ejércitos con los que contamos. Pero debemos aguardar a que su jugada nos debilite aun más para perder la ventaja con la que contamos.
Ya estamos dispuestos a regresar a nuestras ciudades, cuando el piloto rojo de llamada se activa. Al otro lado se encuentra Krhisten. Abro la señal enseguida.
-¿Cómo ha ido la misión? -nos pregunta.
-Nada. -digo mientras meneo la cabeza.
-¡Maldita sea! ¿Qué hará en nuestro mundo ese condenado ser? -en la pantalla se puede observar su rostro de contrariedad- ¿Y la amenaza hasta donde ha llegado?
-Tenemos muchos pueblos próximos a Priedni y Carim infectados, señor.
-¿Están en cuarentena? ¡No podemos permitir que se extienda el pánico! El resto de pueblos deben seguir como si no ocurriera nada. Son muchos los asuntos que barajamos con ellos.
-Los pueblos del Reino de Rasel sí, los del Reino de Elfas todavía no han sido estudiados. Muchos se muestran temerosos a comunicarnos sus inquietudes…
-¿¡Y a qué esperáis!? ¡No podemos permitirnos un error en estas circunstancias! Cuando el pánico cunda podremos olvidarnos de los favores que nos facilitan como del abastecimiento. Y lo que es peor: nos exigirán un remedio que Pode no puede proporcionar a tantas personas a cambio del tributo que nos han pagado.
A base de los gritos, me vuelvo a poner tenso. Me temo que mi trabajo en estas tierras desoladas no ha concluido aquí. Como me explica, debemos estudiar el resto de pueblos y asediar con una cuarentena inexpugnable a aquellos que den síntomas de contagio. Para ello contamos con el apoyo de la Vieja Guardia que está a nuestra disposición.
Una vez finaliza la comunicación doy un soplido de alivio. El viejo cascarrabias está mas susceptible que nunca. Pero como siempre, no tengo un segundo de calma y ahora corro hacia la cabina de control para informar a Josef.
Hola!!! tienes premio en mi blog besossss