Envuelto en la penumbra de las sombras, donde la única luz es el reflejo pálido de unas estrellas difusas, me descubro a mí mismo caminando a tientas sobre la lúgubre noche de ayer. La oscuridad nos había separado y una temible bestia se asomaba por los rincones más sombríos que el velo negro de la tenebrosidad me concedía para arrancarme el aliento. El silencio surgió como un huracán y en él, portentosos pasos inhumanos me desquiciaron completamente. El terror me pudo en esos instantes de sinrazón y corrí frenéticamente en búsqueda de una hipotética salvación. El pueblo se había borrado bajo la espesa masa de un gris incoherente. Solamente los feroces rugidos y el inmenso pavor me sugerían en que dirección correr. La angustia y la desesperación me aturdían. Tuve que forcejear con ese ser de las tinieblas unos instantes, cuando se iba a abalanzar sobre mí. Pero al volver a correr la pared detuvo mi huida. Me golpeé en la cabeza y perdí el conocimiento. Entonces debí quedar a merced del ogro, pero no, porque los acontecimientos se precipitaron y algo extremadamante grave ocurrió para que ese monstruo se marchara sin habernos devorado antes.
Cuando caí inconsciente mi mente imaginó una replica de lo que estaba ocurriendo, pero entonces todavía no tenía la capacidad de interpretar sin saber. El mundo seguía siendo inmenso y en él yo me hallaba como una hormiga, lejos de todo conocimiento. Pero tras el transcurso de los acontecimientos adquirí la facultad, y la condena, de encontrar todas las respuestas que mis sentidos no me otorgan. El mundo se ha convertido en la hormiga, y yo soy el universo donde se esconden todas las respuestas. En mi piel brotan centenares de sentimientos, miles de sensaciones, rebosantes del conocimiento que aguardan un momento de lucidez. Mi cuerpo se estremece, sabe que es frágil como una mariposa extendiendo sus alas sobre una fuerte tormenta, pero aun así desea volar, unirse al cielo donde compartir su destino con otras mariposas con la misma fragilidad. El hilo que sostiene la vida es débil en estos momentos de lucidez. Mas cuando mis deseo de conocimiento cavila sobre secretos del pasado.
Imágenes proyectadas en mis ojos cerrados cruzan un laberinto de respuestas, todas las que puedan existir. Están ante mí dispuestas para mi conocimiento. Todas y cada una de ellas son fuente inagotable de conocimiento, de averiguaciones que podría hacer si por un segundo me picara la curiosidad. Pero en esta ocasión me centro en la noche de ayer, ¿por qué motivo huyó ese feroz animal? Las imágenes recorren escenas de esa noche. Mi cuerpo se deteriora bajo un poder incontrolable. Me falta el aire, mis venas se contraen, mis nervios se desgarran… me ahogo sucumbiendo al efecto del veneno. Aun así insisto en saber que ocurrió. El ogro se encontraba frente a todos nosotros: mis amigos habían venido a ayudarme. Estábamos todos derrotados, sólo Simón se encontraba en pie, pero acorralado entre la pared y ese ser. El tiempo se había detenido en ese preciso instante. Entonces apareció una luz al fondo. Una luz llevada por una sombra… La sombra del virus…
-¡Despierta! ¡Despierta!
Mi madre se encuentra al otro lado de la realidad, agitando mi cuerpo frenéticamente para despertarme. Me encuentro en mitad de un ataque. Mi cuerpo se mueve compulsivamente. Al mismo tiempo, la sombra se difumina en la claridad del día.
-¿Qué te pasa? -grita con desesperación.
Una fuerte jaqueca me estalla en la cabeza. El dolor atroz se reproduce por todo mi cuerpo. Mi rostro es bañado por la sangre, y por si esto fuera poco, no consigo pronunciar palabra. Además, mi cuerpo no responde a los movimientos. Estoy gravemente herido.
Creo que El enigma de los Dioses podría ser un
Exito si lo publicaras. Esta lectura me ha gustado mucho y el final sorprendente.
Sludos.
Espero publicarlo cuando lo termine en el blog, pero lo haré por mi cuenta y no por una editorial. Por eso me tengo que dar a conocer ya que no me harán publicidad, y por aquí parece una muy buena manera.