Observo por encima de la mesa ovalada los rostros de los componentes de la reunión. Muestran un semblante serio, preocupado, incluso tenso me atrevería a decir. Todos excepto Sarah, cuyas facciones delicadas me causan una agradable atracción.
-Cedo la palabra a Nick -alza la voz Joel-, el médico encargado de tratar a Jonhy.
-Solicito la atención de Jonhy. Debes saber que has respirado aire contaminado producido por fuentes externas ajenas a nuestro control. Tú, junto a tres compañeros de Priedni, fuísteis encontrados por la Vieja Guardia, en un impresionante despliegue, evitando con su rapidez daños irreversibles en vuestro organismo.
Una extraña confusión se apodera de mí. Tal y como me temía, he sido infectado con el virus del que hablaban los médicos. Sin embargo estoy aquí, respirando el mismo aire que los demás.
-Habéis tenido mucha suerte de que Tropolis tuviera preparado el antídoto. Si no fuera por eso estaríais ahora en Omit, con aquellos que se se encuentran en cuarentena.
-¿Entonces estamos limpios? -pregunto casi aliviado sin esperar la señal de Joel.
-Mas bien controlados, se podría decir -interviene Saúl-. El tratamiento consiste en una ampolla al día. Vuestro cuerpo necesita ayuda para sobrellevar la infección. ¡Pero alégrate! -exclama con tono amistoso- Tampoco vais a ser castigados. Confiamos en que vuestra rebeldía se disipe, al ver la gravedad del asunto.
-Te hemos traído a esta reunión -comenta ahora Joel-, porque nos interesa saber que ocurrió en las afueras de Priedni. Darío está tremendamente preocupado por… -duda unos instantes sobre las palabras adecuadas- un asunto de vital importancia.
La extraña confusión inicial aumenta. ¿Cómo pretenden que pueda ser de utilidad si me ocultan información?
-Si es eso lo que queréis saber, ¿por qué no se encuentran mis compañeros aquí? Ellos pueden haber visto lo mismo que yo.
Un segundo de silencio evidencia la tensión que se respira.
-Porque ninguno de tus tres compañeros perdió el conocimiento. Fueron encontrados por la Vieja Guardia cuando trataban de huir. Los trajeron aquí para recibir tratamiento y después de ser interrogados, fueron enviados a Priedni esta mañana. Sabemos que no vieron nada. Pero en cambio tú… ¡tú perdiste el conocimiento! ¿Qué vistes o que ocurrió para que sucediera tal cosa?
Mi mente oscila entre pensamientos, pero antes de regresar a ese desaliento de oscuridad, una duda se hace presente.
-¿Tres compañeros? ¡Deberían ser cuatro!
-No, no tenemos constancia. Nuestros informes hablan de tres: Kart, Quinn y Ryan.
-¿Y Kerwin? ¡Falta Kerwin!
-No estoy seguro -responde Saúl- La Vieja Guardia encontró a cuatro: tú eres el cuarto.
Una mezcla entre felicidad y tristeza me envuelve. Kerwin siempre había ansiado la libertad, deseaba recorrer el mundo por sí mismo. Finalmente lo ha conseguido, pero su hazaña puede convertirse en suicidio, ya que un terrible virus fluye por el aire.