Cuando entiendo que me ha descubierto, corro, intentando que no me vea el rostro. Me escondo detrás de unos barriles. Preparo mi láser y espero a tener al objetivo a tiro.
Pronuncia unas palabras en su idioma desconocido. En unos segundos la cubierta del baco se llena de serpientes venenosas.
-¡Es sólo una ilusión! -me intento convencer.
-¡Sal si no quieres morir!
Una serpiente me rodea la pierna y acaricia su gélida lengua sobre la piel. Me produce escalofríos, pero si salgo me descubrirá.
-¿Dónde estás?
Su voz aspera suena cerca. Al verlo disparo inmediatamente. El rayo impacta en su estómago y lo atraviesa, haciendo desaparecer la ilusión.
Respiro profundamente, pero el peligro no ha terminado: me encuentro en mitad del océano.
Trato de dirigir el timón recto, pero las fuertes olas desajustan el rumbo. Me encuentro a la deriva, sin posibilidad de enderezar el rumbo.