Los vehículos ya han estado en Tatensul y han cargado las provisiones. Ahora se dirigen hacia Rusul, Rasel y Clituck, para cargar a los guerreros. En un par de horas, como estipuló Simón, comenzarán la misión.
Recibo una comunicación de Tropolis, a cargo de Krhisten:
-¡Debes abortar la campaña!
-¿Por qué debería hacer eso? -le respondo muy serio- ¡Son órdenes estrictas del propio rey!
–Simón no planea nada bueno. Ha permitido que perdamos la producción, ha erradicado la seguridad que nos ofrecía la Vieja Guarda y nos obliga a participar en una guerra con todos nuestros efectivos.
-Es Hijo del dios de la guerra, sabe lo que hace.
-¿Tan pronto habéis olvidado a Darío?
–Simón nos ha aportado respuestas. ¡Ahora sabemos a qué dios debemos obedecer para salvarnos! Omit Ozak consiste en el escenario donde se desarrolla la dura prueba.
-¿Te estás oyendo? Ahora eres un religioso que obedece ciegamente las ordenes de su rey. El Gran Consejo de los Importantes se creó precisamente para evitar esto y lo ha eliminado.
-Así debe ser. Sólo así accederemos al paraíso prometido.