224 Kerwin

Una vez conseguimos asimilar nuestro propósito a los esclavos rescatados, decidimos adiestrarlos tanto para manejar armas como para cabalgar. Nuestra escuela de equitación, cuenta con excelentes jinetes. Una vez son dignos caballeros, les forjamos armaduras y armas.

-Cada uno de vosotros cuenta con una espada y sólo los mejores tiradores serán equipados con un láser. La Vieja Guardia ya no custodia estos parajes y no podremos conseguir más armas. Tendremos que crear lanzas y arcos. Para ello hemos inaugurado la arquería. Muchos de vosotros, los que no deseéis luchar en crueles batallas, pueden dedicarse a trabajar para la armería. También, necesitaremos buenos mineros. Las minas cuentan con mucha menos vigilancia y podremos fácilmente tomar el control. Necesitamos hacernos con los esclavos y su producción para consolidarnos como gran potencia. Pronto seremos la única oposición entre los escuadrones de Sifrid y los Reinos del Sur. ¡Aprender rápido que el tiempo apremia!

Volviendo hacia mis amigos, Ariel me observa sonriente.

-Bonito discurso. Eres todo un héroe.

-Todavía queda mucho por hacer. -respondo seguro de mí mismo.

-¡Lo sé! Se avecina una guerra. Pero míralos -me señala a los caballeros-: no tienen miedo. Les has infundido coraje. Confían en ti. Seguro que saldremos bien parados de la contienda.

El gesto serio encrudece mi rostro.

-Eso es por que lucho. Está claro que con el apoyo de todos será más fácil, pero el enemigo es muy poderoso.

Los pensamientos me abruman. Debimos avisar del engaño a aquellos que nos quisieron dejar morir y deseaban esclavizarnos. Algún beneficio nos habrían aportado.

-¡Volvamos al trabajo!

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