Cuando la Vieja Guardia se marcha, salimos de nuestros escondites.
-¡Por poco!
La vigilancia ha sido perfecta. Si no fuera por esos hombres, nos habrían encontrados desarmados.
Efrén se me aproxima por un costado.
-¿Qué ha pasado para que vuelvan tan deprisa?
Al sabio anciano no se le escapa una.
-El nuevo rey se ha sentado en el trono. Su primer mandato ha sido el de entrar en guerra.
-Ya veo. Se preparan para la falsa guerra.
-Así es -respondo muy serio-. Pronto el Imperio nos invadirá.
-Tendremos que estar preparados. -interviene Ariel.
Helen se aproxima para traer la comida, atenta a la conversación.
-¿Han descubierto al asesino? Tal vez ayude a destapar el complot…
–Simón se ha cubierto bien las espalda. -mi sólida respuesta no deja lugar a dudas.
-Me cuesta creer que sea nuestro amigo. -exclama Helen.
-¡No lo es! -grita Ariel– El nuevo rey es un esbirro del enemigo, no Simón.
Y todos continuamos con nuestros quehaceres, resignados.