Caminamos unos kilómetros hasta llegar al camino. Nos escondemos detrás de unas estribaciones del terreno.
-Aquí estaremos a salvo mientras encontramos las respuestas que precisamos -me siento y les animo a que se aproximen-. Hagamos un círculo y demos la mano al que tenemos al lado.
Así lo hacemos.
-Ahora, cerrar los ojos y pensar en lo que tenemos que hacer para conseguir la comida de uno de los cargamentos que se dirigen a las ciudades.
Al ser nueve personas, la lucidez aborda mi mente con mucha más velocidad y precisión que las veces anteriores. Observo como, cada doce horas un cargamentos procedentes de Tatensul, cruzan todo el territorio de los reinos del sur, para abastecer a todas las ciudades privilegiadas. Por este camino, dentro de cuatro horas, volverá a pasar un transporte. Sin embargo, las alucinaciones no cesan, porque para conseguir el objetivo debemos esquivar la emboscada que estamos a punto de sufrir. Una patrulla de caballeros se aproxima desde el sur. La imagen se nubla.
-¿Patrullas de qué? -murmuro para avivar la curiosidad de mis compañeros y podamos retomar las visiones.
Cientos de hombres armados a caballo recorren las tierras en nombre del conde. El grupo encomendando para traer caballos, ha sido descubierto y se encuentra en una delicada situación. El otro grupo…
-Debemos ocultarnos entre la maleza. -comenta uno de los hombres rompiendo la ilusión.
Así lo hacemos. Nos ocultamos bien durante varios minutos hasta que escuchamos el sonido de los cascos cuando se aproximan. Parece que se detienen, pero pasan de largo y se alejan hacia el oeste.
-¿Qué querrán esos caballeros?