Al día siguiente, a primera hora de la mañana, después de tomar un abundante desayuno, los tres grupos parten sin retraso.
-Tú amigo tiene dotes de líder -comenta una de las mujeres-. Es una hazaña convencer a tanta gente, pero no creo que lleguemos mucho más lejos.
Regreso con Agnes para buscar las vestimentas del pueblo. Tenemos que lavarlas para que los nuevos aliados puedan estar aseados. También tenemos que preparar los lechos. Anoche algunos durmieron donde yacían difuntos minutos antes. Otra faena más será la de hacerles un entierro digno. El olor a muerte crece en las casas. En fin, el trabajo se acumula.
-Como esta noche no traigan comida, me parece que comeremos paja. -bromea la mujer.
-Tranquila. Kerwin sabe lo que hace.
-Lo sé. Sólo hay que oírlo hablar. Pero me preocupa que se haya comprometido a dos tareas tan complejas para un mismo día. Espero que no tenga problemas.
Y se marcha hacia la siguiente casa para seguir con la faena.
-Espero que no. -murmuro para mí preocupada.
