10 Kathy

La fábrica abandonada es un lugar desolador. Las viejas máquinas ahora son esqueletos polvorientos de lo que en su momento fue la mina del pueblo. Aun recuerdo el ajetreo, la vida de este lugar. Fabricábamos vestimentas para todo el reino de Elfas, hasta que decidieron que un gigante como Insul se dedicara exclusivamente al sector textil. Desde entonces, este lugar ha quedado abandonado y nuestro pueblo condenado al olvido. Décadas después vuelven a exigir nuestra atención. ¿Qué querrán?

Nos encontramos todos los adultos del pueblo, de acuerdo con las condiciones de la convocatoria. Estamos esperando a que los visitantes hagan acto de presencia. Estamos todos muy nerviosos. Es la primera vez que nos reúnen, desde que caímos en la miseria.

Al poco, una nave gigantesca aparece por el horizonte y se detiene a unos metros. Del vehículo se abre una puerta y de la puerta, una rampa hasta la entrada de donde nos encontramos. Por ahí bajan hombres armados, con mascarillas y trajes especiales, aislantes de alguna sustancia. Decenas de soldados bajan por esa rampa y nos rodean. Por último, bajan dos más, pero sin armas, con semblante amistoso. Deben ser los líderes de la patrulla.

-Buenas noches -habla uno de ellos-. Mi nombre es Dick y mi compañero es Josef -tras una pausa prosigue-. Estamos aquí para informarles de que hace unos días ha ocurrido un grave incidente que nos afecta a todos los que vivimos en este mundo. Se trata -continúa hablando Dick- de que Rasel, en sus labores de vigilancia y protección, ha fallado.

-¿Qué ha ocurrido?

-Un enemigo procedente de las Tierras Negras, ha cruzado la frontera, a pesar de la oposición de las torres de Rasel. Por eso os rogamos que si observáis algo extraño, nos lo comuniquéis inmediatamente. El tiempo en este asunto es vital.

Asentimos encogidos por el miedo. Ninguno de nosotros ha visto nada fuera de lo común, pero si algo viéramos, no dudaríamos en comunicarlo.

-Muy bien -comenta Dick de nuevo-. Estaremos vigilando la zona de todas maneras. Esperemos que no ocurra nada.

Dicho esto, nos explican la forma de comunicarnos con ellos. Dejan un aparato emisor de señales. Tras explicarnos como funciona, se marchan por donde han venido. Todos nos quedamos petrificados, y no sólo por el mensaje: ¿por qué llevaban esos equipos?

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