Orión, la persona a la que «admiro» parte 2

Este este es el final de la aventura Más allá de la amistad, la última parte del último capítulo. Si has disfrutado leyendo mi novela corta, te invito a dejar tu comentario abajo con las impresiones. ¡Estoy deseando saber que os ha parecido!

Estrella

  • Que raro ¿Quien podría ser? Bueno, lo cogeré de todos modos. ¿Dígame?
  • ¡Hola Estrella, cuanto tiempo sin hablar contigo!
  • ¡¡Samuel, cuanto tiempo, me alegro que me hayas llamado!!
  • Sí, yo también me alegro de hablar contigo ¿Cómo has estado?
  • Antes me encontraba mal, pero gracias a Mónica me encuentro mejor. ¿Y tu que tal?
  • De maravilla, de hecho, voy para la ciudad esta noche.
  • ¿De verdad? Orión y yo estamos libres esta noche, podemos quedar los tres.
  • Casi preferiría que no, me gustaría quedar solo contigo como hacíamos antes. Pero si has quedado con Orión, entonces podríamos dejarlo para mañana
  • No es necesario, podría pasarme yo sola un rato contigo.
  • Esa me parece una mejor idea. Bueno Estrella, nos vemos esta noche, tengo que irme.

Y entonces Samuel colgó, sentía nervios por ver a mi amigo después de 4 años, sin saber lo que el futuro me esperaba. Llegada la tan ansiada noche, cogí mi mejor vestido y salí a las 10 de la noche. Nuestro lugar de encuentro sería exactamente el mismo lugar en el que quedamos en fin de año. Allí me encontré a Orión, tan puntual como siempre.

  • Señor, tan puntual como siempre, por no hablar de la elegancia -le dije a Orión.
  • Por supuesto, lo mismo digo. En fin, ¿Nos vamos ya?- me dijo
  • Sí, pero antes quería comentarte algo. Verás, Samuel ha venido a la ciudad y también va a estar en la calle por la noche
  • ¡Qué gran noticia! ¿Por qué no vamos a buscarlo?
  • Yo también le dije lo mismo, sin embargo por alguna razón solo quiere verme a mi.
  • ¿Tendrá algún problema conmigo y con Mónica?- se preguntó
  • ¿Quieres que se lo pregunte?
  • No, déjalo, es mejor que vayas un rato con él y luego ya vuelves conmigo
  • Es lo que hemos acordado, podemos ir tranquilos.
  • Entonces todo bien.

Mientras caminábamos por el ambientado centro, lentamente me agarré del brazo de Orión. Quería mostrar un poco de cariño antes de declararme. El problema es que me olvidé de un muy importante detalle: a Orión no le agradaban mucho los mimos ni todo lo que tuviera nada que ver, así que me cogió por sorpresa el hecho de que me hubiese apartado un poco de su lado, pero recordé que todo estaría bien y no le di mayor importancia. ¡Cuantos recuerdos! Fuimos a la misma discoteca que fuimos en fin de año y nos pusimos a bailar sin parar, hasta que recibí un mensaje de Samuel: «Reúnete conmigo en la «Calle Sigmund Freud». Esto me pareció muy raro, pues la Calle Sigmund Freud normalmente está desierta.

  • Orión, Samuel acaba de enviarme un mensaje, volveré en una hora ¿Dónde vas a estar mientras tanto?
  • Estaré sentado en un banco que esté cerca de aquí, si no me encuentras, ya te daré un toque.
  • Está bien.

Consideré esa hora como la ideal para pensar como confesar mis sentimientos a Orión. Llegué a la Calle Sigmund Freud y como adiviné, estaba totalmente vacía. Me senté a esperar a Samuel, deseando verle después de tanto tiempo. Pero no fue a Samuel a quien vi: A pocos metros, vi a tres chicos acercándose a mi.

  • Hola muchacha, ¿Por qué estas sola? -decía uno de ellos mientras se sentaba a mi lado.

No respondí, me quedé callada esperando a que Samuel viniese para irnos de allí, pero no aparecía y esos chicos aún continuaban fastidiándome.

  • No seas maleducada mujer, mi amigo te ha hecho una pregunta, responde, vamos- me dijo el segundo.
  • Sólo estoy esperando a un amigo- dije mientras empezaba a perder la paciencia.
  • Ya veo, y mientras esperas a tu amigo ¿No te apetecería divertirte un poco con nosotros?

Mientras me decía eso, el último de esos tres chicos se acercó lentamente a mi espalda y me agarró desprevenidamente. Acto seguido, los otros dos chicos me cogieron de mis piernas e intentaron desnudarme, pero solo consiguieron estropearme el vestido y quitarme los tacones. Logré soltarme y caí al suelo.

  • Tranquila, sólo quédate ahí tumbada, del resto nos encargaremos nosotros -dijo el primero.

No permití que me volvieran a tocar un pelo. Me levanté rápidamente del suelo y acabé con cada uno de esos tres babosos fácilmente. Estaban en el suelo llenos de marcas de mis puños y patadas retorciéndose del dolor.

  • ¡Así aprenderéis malditos salidos!
  • ¡Maldito Samuel, nos mandó con la mujer equivocada!- dijo el segundo chico
  • ¡Espera! ¡¡¿Cómo que Samuel?!! -dije extremadamente sorprendida.

Los tres intentaron escapar, pero yo no les di oportunidad para hacerlo. Los volví a tirar de cabeza contra el suelo dejándolos inconscientes. Cogí el móvil del segundo muchacho para confirmar mis sospechas. Cuando leí la conversación me sentí la mujer más tonta y manipulada del planeta. La conversación decía lo siguiente:

  • Y bien, Estrella llegará en cualquier momento. Como os prometí hace 2 años, podéis hacer lo que queráis con ella -decía Samuel.
  • Tío, ¿Estás seguro de que no vas a sentir lástima? -decía el chico.
  • Que va. Hace 4 años pensaba en simplemente hacerme con su cuerpo, pero pensé ¿Por qué no compartirlo con mis amigos? Igualmente solo le hacía compañía a esos tres para llevarme a Estrella a mi cama. En fin, avisadme cuando terminéis con ella.

No podía leer más. Samuel no sentía ningún afecto por nosotros, solo me quería a mi y para sus fines sexuales. Yo me puse de rodillas y empecé a llorar mientras maldecía a ese malnacido de Samuel. Al terminar, decidí dar una vuelta sola, ni siquiera había pensado en ese momento en como declararme. Gracias al destino, o tal vez por casualidad, me crucé con Orión, el cual al verme, no pudo evitar abrir la boca de la impresión por verme en mi estado.

  • ¡Estrella! ¡¿Estás bien?! ¡¿Qué te ha pasado?! -me dijo Orión muy nervioso y muy preocupado.
  • Nada, no quiero hablar de eso.

Después de decir esas palabras, Orión se tranquilizó, pero continuó insistiendo.

  • Por favor Estrella, mírate, nadie es capaz de dejarte así. ¿Qué demonios ha pasado?

Orión era el amor de mi vida, no podía ocultarle algo así. Le conté absolutamente todo, consciente de lo que iba a hacer posteriormente. Se le cambió la cara totalmente una vez más, a una llena de furia y con las venas muy hinchadas.

  • Ese maldito de Samuel las va a pagar caro -me dijo mientras se levantaba.
  • ¿Pero a dónde vas? Ni siquiera sabes dónde está
  • ¡Está en la discoteca! Ya me olía algo raro cuando le vi aparecer por ahí.
  • ¡Espera Orión, esto es asunto mío, no tienes por que meterte!
  • ¡NO ME INTERESA, ESE MALNACIDO TE HA HECHO DAÑO Y ESO NO LO VOY A PERMITIR!- me dijo Orión gritándome con todas sus fuerzas.

Salió corriendo sin que yo pudiera decir nada más. A mi no me preocupaba en lo más mínimo, pues yo era consciente de que Orión estaba perfectamente capacitado para defenderse solo. No tardó en volver y como esperaba, volvió intacto, pero aún me preguntaba lo que había pasado.

  • ¿Qué… Qué has hecho con Samuel? -le pregunté
  • No hay de que preocuparse, ese idiota no nos volverá a molestar. Por suerte logré verle sobrio. Era una oportunidad perfecta. Ni siquiera fue necesario decir lo que me contaste, con decir «lo se todo» fue suficiente para humillarlo. Le desnudé totalmente y bailó desnudó en medio de la discoteca mientras yo grababa. Ahora mismo ese vídeo está circulando por todas las manos ajenas que te puede imaginar. Adiós a Samuel.

Mi alegría en ese momento era indescriptible. Me sentía libre de nuevo, como un ave recién nacida que sale del huevo, ya que la justicia, con los nombres de Orión y Estrella, habían actuado de nuevo. Y lo más importante, sentí unas ganas sobrehumanas de decirle a Orión todo lo que sentía después de 4 años de sufrimiento.

  • Bien Estrella, olvidemos esto y volvamos a divertirnos. ¿Qué te apetece hacer ahora mismo?
  • Algo que debería haber hecho hace mucho tiempo Orión- le dije, esta vez convencida de lo que iba a hacer -escucha con atención porque esto es muy importante. ¡Llevo… Llevo… Llevo…
  • Tranquilízate Estrella, respira profundamente y di lo que tengas que decir.
  • Sí -le hice caso y respire profundamente- Orión, ¡Llevo cuatro largos años enamorada de ti. Nunca te lo había dicho antes porque… bueno, porque fui estúpida, pero gracias a nuestros amigos, pude desintoxicarme de la estupidez y reunir el valor necesario para abrirme a ti y para hacerte esta pregunta. Orión ¿quieres salir conmigo?

Cuando finalmente hice aquel trabajo que me correspondía, el bello rostro de Orión se ilumino con una gran sonrisa agradable y tierna.

  • Por supuesto que quiero Estrella -me dijo con una voz tranquila y totalmente sonrojado -a mi también me gustaría decirte que te qu… que te quie… que te…

En ese momento recordé uno de los momentos de mi conversación con Mónica: «Yo «admiro» a Orión»

  • Escucha Orión, si no puedes decir «te quiero» entonces usa «te admiro» hasta que tn. Cada vez que me digas «te admiro» te entenderé a la perfección.
  • ¡Te «admiro» Estrella!
  • Yo también te «admiro» Orión.

Entonces me dio un fuerte abrazo. Francamente me sorprendió bastante de Orión, aunque igualmente sabía que no me dejaría besarle, pero eso no me importaba, nos habíamos convertido en novios a partir de esa noche y eso era lo que me hacía enormemente dichosa. Pasó un mes desde entonces. Isidoro, Orión, Estrella y yo acordamos pasar el día entero en la playa. Actuábamos como si nada de lo que nos sucedió durante todos estos meses hubiera pasado, simplemente nos entreteníamos todo el día bañándonos o jugando al volley playa. Llegado el anochecer, Isidoro ya se había ido, sólo quedábamos nosotros tres.

  • Finalmente estamos los tres solos -dijo Mónica.
  • Tal parece que sí- dijo Orión suspirando-. Ahora solo puedo recordar todo lo que nos ha pasado desde entonces. Y pensar que hemos tenido unos años muy revueltos y ahora estamos en total tranquilidad. No digo que no me guste esta sensación, pero aún no estoy muy acostumbrado. A pesar de que aún quedan 5 meses, puedo decir que este ha sido el mejor año de toda mi vida.
  • Cierto, es algo bastante extraño, pero nos acostumbraremos. Bueno, yo me voy a ir a mi casa, tengo bastante sueño -dijo Mónica.

Mónica se fue, guiñando un ojo a Orión pensando que yo no me daría cuenta, aunque no le presté mucha atención. Al perderla de vista, me acerqué a Orión para poder besarlo, sin embargo, volvió a esquivarme como llevaba haciendo un mes entero. Yo creía que nada de eso me iba a afectar, pero estaba totalmente equivocada, ya me sentía un poco desplazada cada vez que él me esquivaba un beso, y eso era algo que Orión notó al instante.

  • Estrella, ¿Te encuentras bien?
  • Sinceramente, no mucho.
  • ¿Qué te ha ocurrido? Me gustaría ayudarte
  • Quisiera que nos mimáramos aunque sea de vez en cuando. Eres estupendo y te «admiro» mucho, pero llevamos juntos un mes y ni siquiera me has dado un beso. Tal vez no lo veas así, pero yo opino que como novios que somos, podríamos al menos darnos un beso de vez en cuando, o que reunieras el valor suficiente para decir «te quiero», demostrar un poco de cariño no solo con gestos- dije con una voz algo deprimida.
  • Estrella, me gustaría que comprendieras que a mi nunca me han gustado los mimos. Yo también te «admiro» mucho, tengo maneras distintas para demostrarlo y siempre has aceptado esas maneras.
  • Por eso, dado que he aceptado tus maneras de demostrarme amor, quisiera que tu aceptases las mías.
  • De acuerdo – suspiró-, lo intentaré.

Orión no me respondió con palabras, sino con un inocente abrazo. Tenía la sensación de que había comprendido mis palabras y yo le devolví el abrazo con mucha fuerza, realmente no quería soltarlo, pero yo también tenía que tener en cuenta su manera de ser.

  • Oye, ¿No te apetece bañarte antes de irnos? -le dije a Orión
  • La verdad es que no- me respondió- prefiero que nos vayamos ya, además recuerda que mañana es tu cumpleaños.
  • Vaya, así que este año también te has acordado, ¡Maldita sea!- dije irónicamente.
  • Por eso, mañana quiero levantarme temprano para ir a por tu regalo.
  • ¡Olvídate del regalo! Vamos a pasarlo bien Orión.
  • No insistas, yo me voy a ir. Un momento ¿Dónde están mis llaves? No las encuentro.
  • Claro que no, como que las tengo yo- le dije enseñándole las llaves y riéndome.
  • Vamos graciosita, no tiene gracia, dámelas -me dijo riéndose.
  • ¿Y entonces por qué te ríes? Mira, te propongo un trato: si consigues atraparme te daré tus llaves. ¡Que comience el juego! Te aconsejo que aún no te vistas, pues nunca sabrás cuando puedo meterme en el agua.

Orión hecho una carcajada y en seguida vino a por mi. Yo no iba a dejar que se fuera fácilmente, corrí lo más rápido que pude mientras él me pisaba siempre los talones. Corrimos por la solitaria orilla durante un buen rato y veía como Orión se cansaba, así que me metí en el agua con las llaves aún en la mano para darle algo de ventaja, y porque sabía que tendría que secarse antes de marcharse. Yo tuve que detenerme porque no podía parar de reirme, y Orión aprovechó la ocasión para agarrarme por detrás y quitarme las llaves.

  • Bien, tu ganas, puedes irte- le dije a Orión
  • No, pensándolo bien, me voy a quedar un rato, el agua está deliciosa.
  • Me alegra escuchar eso. *Suspiro* Ahora entiendo porque Isidoro adora la noche. Tenía razón, el cielo es hermoso.

Decía mientras nadaba de espaldas, sin tener en cuenta que Orión me hundiría para intentar fastidiarme, pero sin duda fue algo gracioso. Por un momento fingí estar inconsciente. Orión se extrañó y se acercó a mi poco a poco. Al notar que estaba suficientemente cerca, abrí los ojos e intenté besarlo, pero volvió a esquivarme. He de decir que a diferencia de las veces anteriores, no sentí ninguna preocupación, es más, me reí de la situación a la vez que le decía:

  • Algún día lo conseguiré, ya lo verás.
  • No lo dudo -me dijo alegremente-. Bien, creo que ahora si deberíamos irnos. Se ha hecho muy tarde.
  • Tienes razón, vámonos.

Acompañé a Orión a su casa y antes de que se fuera, traté de que me dijera el regalo que yo recibiría, pero como es lógico, no me lo quiso decir.

  • ¿Desde cuando estás tan ansiosa de recibir un regalo?- me preguntó
  • Pues desde que estamos juntos, por supuesto. Se lo sorprendente que eres como mi amigo, y ahora quiero descubrir que tan sorprendente eres como mi novio. Al fin y al cabo, tu eres Orión, la persona a la que «admiro».
  • ¿Por qué dices «admiro»? Que yo recuerde te encanta decir la otra palabra.
  • Sí, pero he pensado en esperar a que lo digas tu. Y también quiero decir que quizá tengas razón: no es necesario mostrar amor con mimos, no qu…

Me interrumpió con un fuerte abrazo, seguido de la frase «Te admiro» y se metió en su casa con rapidez y muy sonrojado. Yo estaba confundida por lo que sucedía, pero una vez más, ignoré la situación y yo también me marché a mi casa y nada más entrar, me fui a dormir. Esa noche, soñé que nuestra pandilla de 4 estaba jugando a un juego llamado «la botella». Era mi turno y solo me quedaba «el beso». Isidoro comenzó a girar la botella y la detuvo en el momento en el que apuntó a Orión, este no se lo pensó dos veces. Me tocó suavemente el pelo y me dio un dulce beso en los labios. En ese momento me desperté y no di crédito a lo que vi. ¡Era Orión, estaba encima mía, besándome de verdad aún con más dulzura que en el sueño!

  • Buenos días, amor- dijo Orión tras terminar de besarme, sonrojado, al igual que siempre
  • ¡¿Me has llamado amor?! -grité con una inmensa alegría
  • Si, porque te quiero mucho y quería demostrártelo de la forma en la que te gustaba. Tenías tu razón, deberíamos mimarnos de vez en cuando. Y aquí está tu regalo, unos pendientes, si no te gustan puedes devolverlos y comprar otros que te gusten.
  • ¡Que le den a los pendientes! ¡Devuélvelos! No los necesito y haz lo que quieras con el dinero. El único regalo que quiero es otro beso tuyo.

Mi deseo fue una orden, estuve despierta para observar como me cogía de las manos mientras me besaba con dulzura. Finalmente Orión había cumplido uno de mis mayores sueños, y para mi asombro, aún quedaba la mejor parte.

  • Espero que el segundo regalo que te vamos a dar te guste.
  • ¿Vamos? Pero si sólo estas tu.
  • ¡SORPRESA ESTRELLA, FELIZ CUMPLEAÑOS! gritó Orión con Mónica e Isidoro, los cuales habían salido de mi armario.
  • Es una suerte que tengas un armario tan grande -decía Isidoro- ¿Estrella?

No lo pude evitar, grité de lo feliz que estaba y me levanté de mi cama para darles a los tres un abrazo.

  • ¡Muchas gracias chicos, os quiero mucho a los tres, son los mejores regalos que me habéis hecho nunca!- grité sin poder contenerme
  • Nosotros también te queremos querida. He preparado una enorme tarta, está en el salón esperándonos. ¡Vayamos al salón a comer!- dijo Mónica.
  • ¡Sí! -dijimos Orión, Isidoro y yo.

Fin…

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