50 Helen

Me ayudan a levantarme del suelo. La hemorragia ha cedido inmediatamente al perder el conocimiento. Un largo sueño me ha protegido de sufrir más daños. Me encontraba en una fortaleza asediada por un gran ejército de sombras. Los enemigos eran el conocimiento que nos ataca con la luz de la sabiduría y los muros del fortín la barrera formada por el desfallecimiento. A pesar de representar una poderosa defensa, las fuerzas oscuras luchaban por desgarrar la impugnable roca. Finalmente la pared cedía en gritas, pequeñas preguntas que se adentran en la curiosidad, pero gracias a mi voluntad indomable de sobrevivir aguantaba achicando los posibles puntos de infiltración. Durante a penas unos minutos de inconsciencia he vivido largas horas de fatiga, incontables lamentos de horror al observar rostros sombríos, ocultos en capuchas, portadores de las luces de la muerte y detrás de ellos una figura demoniaca guiándolos, aproximándolos a nuestra locura… Nuestra condena.

Al despertar, mi cuerpo tiembla. Todavía estoy aturdida. Muchos intentan ayudarme, pero la mayoría discute sobre algo que no puedo descifrar. Ni siquiera me interesa. Ahora mismo mi único deseo consiste en volver a respirar y recuperarme de este lamentable estado. Tal vez la muerte sea un consuelo, pero no deseo de ninguna manera conocer el horror que se avecina y menos aun, perecer una vez encontrado el éxtasis. Si obtengo algún conocimiento que pueda ayudar a mi pueblo y no soy capaz de transmitirlo, moriría sin ningún sentido. Por eso, en esta lamentable situación, lo único que podemos hacer es adentrarnos en el desfiladero de la muerte y luchar para sobrevivir aun sabiendo que la muerte es inevitable. Pero ya no por nosotros, por los que vengan detrás, los que están envueltos en esta rueda mortal, cuanto más tiempo aguantemos así, más posibilidades tendrán de salir de este foso y dar continuidad a la existencia.

Entre la bruma de mis sentidos y el caos que creo adivinar a mi alrededor, el recuerdo fugaz de la visión de Simón regresa a mí. Intento pronunciar palabras pero es imposible, sólo puedo contemplar débilmente la escena mientras me mueven de un sitio a otro. Tal vez no halla despertado del todo del sueño protector.

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la primera novela de la trilogía, El enigma de los dioses.
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