La noche es una espesa masa oscura, donde nacen mitos y leyendas, donde el éter da vida a seres de ultratumba. Los mortales temen la penumbra, un miedo irracional se apodera de ellos, tanto por las sombras que ciegan su visión como por los misterios que en ella se ocultan. La calamidad se apodera de ellos, naciendo en los negros rincones de su visión y desplegándose sobre sus lucidos celebros llenos de vida, para convertirlos es oscuros reflejos obsesivos de lo que fueron. La muerte se expande, de la mano de la locura, ambas infectaran a los hombres para convertirlos en vagas almas en pena condenadas al Hades.
Ya observo, desde la lejanía, al elegido. Lo vi en visiones la misma noche que él soñó conmigo y ahora lo reconozco. Una gran melena pelirroja le cae sobre la espalda y hombros… igual que antaño. Unos ojos oscuros, penetrantes, dan vida a un cuerpo que hará cumplir la profecía. Sí… ¡la profecía! Desde los albores de la historia estaba escrita y pocos fueron capaces de leerla. El libro sagrado es un tabú, una maldición a la que pocos se aventuran a adentrarse. Nadie acepta que el fin esté próximo y las enormes desgracias que en él se cuentan. Pero con cada nuevo acontecimiento el destino permanece inmutable, predicho con siglos de anterioridad. Hay que temer, es cierto, pero también hay que esperanzarse. No todo lo que hay escrito es miseria y muerte, sino que también hay un paraíso, un futuro maravillo para aquellos que entiendan el mensaje de los dioses. Solamente hay que creer y resolver el enigma que nos plantean.
Me muestro ante Simón: el elegido. Enfrente de él hay un ogro. Cerca se encuentran sus amigos, se adentraron en la noche por mera curiosidad y estuvieron a punto de pagarlo con sus vidas. Ojalá pudiera quedarme para dejar mi sello.
-¡Fuera! -pronuncio con una voz poderosa, para que la orden sea escuchada por todos.
El ogro, al observar mi figura y el candil, huye despavorido por su temor a lo irracional y a la luz. Los jóvenes caen en un profundo sueño, víctimas del hechizo de mi voz.
-Ya tengo al elegido. -comunico al ser que me ha convocado.