-¿Cómo hacéis para vivir?
-Nosotros creamos todo lo que necesitamos a partir de la magia -la voz del orador suena serena-. La comida, la bebida, un lecho donde dormir, la temperatura… cualquier cosa que vosotros tengáis que construir, nosotros las creamos con el idioma sagrado. Este asentamiento es uno de los pocos lugares donde la magia fluye fuera de la isla de Maguiltor.
Mi tropa y yo quedamos fascinados ante esta revelación.
-¿Y la descendencia también?
-Con la magia no creamos vida, pero sí ayudamos a que se desarrolle. En los clanes, las mujeres más fértiles son atendidas y encantadas por los procuradores, y en poco espacio de tiempo pueden engendrar mayor cantidad de niños.
-¡Es fascinante! Háblanos ahora de los clanes.
-Los clanes son… ¿cómo expresarlo? -se detiene un segundo pensando- Los clanes son como familias con un vínculo especial para la magia. En Polvankar hay tres: los elementales, que son los que nacen con facultades innatas para dominar los elementos, como habéis podido comprobar cuando encendimos el fuego; los paladines, que son los que sólo pueden emplear su magia para defender a otros; y los aprendices, que somos la gran mayoría, que con un determinado estudio podemos crear todo aquello cuanto deseemos, como os he explicado antes. En este poblado convivimos los tres clanes pacíficamente, pero de vez en cuando luchamos para demostrar nuestro talento.
Terminamos de comer la cena tranquilamente frente a las llamas, disfrutando de la conversación.
-¿A quién debéis demostrar vuestro talento?
La imprudente pregunta tuerce el rostro a nuestros amables anfitriones, pero aun así se esfuerzan por no disgustarnos.
-A las hermandades que dominan Maguiltor.