Seguimos caminando hacia la casa de Danny, para avisar a los adultos de la terrible situación en la que se encuentra nuestro amigo. A penas avanzamos una calle cuando escuchamos pasos en el este.
-¿Eso es…? -pregunta Helen.
-¡Tiene que ser Danny!
Aunque estaba totalmente de acuerdo con la propuesta de Ariel, la posibilidad de que nuestro amigo se encuentre cerca, me hace cambiar de idea. Sin pensarlo, me dirijo hacia el lugar de donde suenan los pasos.
-¿A dónde crees que vas? -se molesta Lumi– Habíamos decidido regresar para buscar ayuda. ¡Todos acordamos que era la decisión mas sensata!
Jack se coloca a mi lado, dándome su apoyo:
-Si Danny está ahí, no regresaremos sin él.
Ariel se queda pensativo.
-¡Escuchad! ¡No está solo! ¡Es muy peligroso ir allí!
-Entonces debemos ir con mas motivos -comento al tiempo que me apresuro- ¡Si lo dejamos solo no llegará a mañana!
Lumi y Ariel dudan unos instantes hasta que finalmente ceden.
-Helen: regresa tú y pide ayuda. ¡Que sea lo que los dioses quieran!
Finalmente ellos dos nos acompañan, mientras la chica se aleja corriendo. Eso va a ser lo mejor. No estoy orgulloso de dejar que vuelva sola, pero nuestra situación es complicada. No sabemos que peligros podemos encontrarnos.
-¡Aquí ahí algo! -comento aterrorizado al pisar un cuerpo inerte.
-¡No puede ser! – grita Lumi, mas aterrorizado todavía- ¡Corramos!
Mientras ellos comienzan a dar pasos hacia atrás, agacho la mirada para averiguar que ser se encuentra bajo mis pies. La débil penumbra me muestra el rostro ensangrentado de… ¡Danny¡ Por suerte no está muerto. Lo sé porque la sangre le dificulta la respiración, por lo que respira al fin y al cabo. Intento darle auxilio cuando un rugido espeluznante me devuelve al horror: un gigantesco ogro se encuentra plantado frente a mí y se aproxima sediento de sangre.