Recibo una comunicación extraoficial del extranjero.
-¿Cómo le va todo, emperador? -le muestro un cordial saludo.
La pantalla comienza a sufrir interferencias, hasta no llegar a enseñar la imagen que corresponde. Esto se debe a la lejanía del interlocutor. El sonido también sufre anomalías, aunque sí se puede escuchar no sin esfuerzo.
-Hemos tenido un problema. Necesitamos que despleguéis vuestras tropas de inmediato.
Mi sorpresa es grande. Largo tiempo mis guerreros y yo hemos aguardado a que llegara este momento, pero no es posible ejecutarlo.
-Necesitamos la aprobación de Darío. Aunque hemos limitado su competencia, todavía cuenta con la última palabra. Y por lo que sé, no está muy por la labor.
-Está bien. Trataré de convencerlo personalmente. Mientras tanto prepara a tu ejército y mantén a Goor al tanto. Espero no demorar demasiado este asunto.
-Muy bien. -concluyo con un suspiro.
El emperador es alguien muy poderoso y nos conviene estar de su lado. Cualquier propuesta que nos proponga debemos aceptarla sin reservas, sino queremos ver mermadas nuestras relaciones con el imperio. Yo también espero que se solucione este asunto cuanto antes. Con un rey tan conservador nos vemos atados de pies y manos, pero no nos faltan ganas de entrar en guerra.